La ansiada normalidad que el mundo desea tras muchos meses de interminable pandemia tomó forma anoche en Florida, por más que no vaya a durar más que un suspiro. La más atípica de las temporadas en la NFL, acabó como casi siempre, con la victoria de Tom Brady, empeñado en darle la razón a aquellos que lo consideran el mejor deportista de todos los tiempos. Brady llevó en volandas a los Tampa Bay Buccaneers para darles la segunda Super Bowl de su historia al imponerse por 31 a 9 a los Kansas City Chiefs, los campeones del año pasado. El partido del siglo acabó siendo un monólogo de los locales, tanto que los Chiefs de Patrick Mahomes, el hombre con más números para recoger algún día el testigo de Brady, fueron incapaces de anotar un solo touchdown.

Pocos imaginaban un desenlace semejante cuando el mítico número 12 de los New England Patriots hizo las maletas rumbo a Florida la pasada primavera tras haberlo ganado todo durante dos décadas en la franquicia de Massachusetts. Recaló en un equipo sin demasiado lustre y en una conferencia distinta, ya finalizada la pretemporada y con casi 43 años, una edad imposible para un deporte quebrantahuesos donde la carrera media de sus peloteros no dura más que tres años y tres meses. Pero Brady es mucho Brady y con sus dos pases de touchdown a Rob Gronkowski y Antonio Brown dejó encarrilada la victoria de los suyos antes de que comenzaran los fastos del descanso. Al final recogió el quinto MVP de su carrera cuando llovía el confeti sobre el estadio de Tampa, el primer equipo en en disputar nunca la Super Bowl en su casa.

Palmarés incomparable

Brady acumula siete anillos en sus diez finales disputadas, uno más que los equipos más laureados de la NFL (Patriots y Pittsburgh Steelers), un hito difícil de imaginar en cualquier otro deporte. Es también junto a Payton Manning el primer quarterback en ganar una Super Bowl con más de una franquicia y el más mayor en conseguirlo a los 43 años. Este equipo es campeón del mundo para siempre, eso ya no nos lo quita nadie, dijo anoche al recoger el MVP. Cualquier otro pensaría en la retirada, pero al ser preguntado dónde se ve en el plazo de un año, afirmó que quiere repetir victoria con sus Bucaneros: "Volveremos", dijo el californiano.

Su equipo fue un fortín desde el primer minuto, con una defensa que volvió loco a Mahomes, impotente y desdibujado frente a la estrategia planteada por Bruce Arians, quien renunció hace un año a su jubilación para dirigir la nueva aventura de Brady y convertirse a los 68 años en el entrenador más veterano en ganar el campeonato. Lo mismo que hizo Gronkowski, mano derecha del legendario quarterback en los Patriots, tras pasarse el 2019 promocionando el uso de la marihuana médica entre los atletas profesionales y haciendo realidad uno de sus sueños infantiles al ganar un título mundial de wrestling. Anoche 'Gronk' estuvo también inmenso, al anotar dos touchdowns para sumar el cuarto anillo de su carrera.

Los de Kansas nunca lograron meterse en el partido. Y eso que aspiraban a ser el primer equipo desde los Patriots de Brady a principios del milenio en ganar dos títulos consecutivos. Todo lo que anotaron fue de patada al cielo a balón parado. Un bálsamo para la afición local, apenas 25.000 espectadores de los 66.000 que caben en el estadio Raymond James por imperativos del coronavirus. Muchos de los asientos vacíos se cubrieron con retratos de aficionados, un gesto que sirvió para darle personalidad a las gradas, donde había 7.500 profesionales sanitarios invitados expresamente por la NFL.

El canadiense The Weeknd le puso música al descanso recreando una ciudad de neón no muy distinta a Las Vegas. Se rodeó de un pequeño ejército de bailarines, todos ellos con mascarillas o separados debidamente por obra de la coreografía. La frialdad del virus no pudo con el calor de la noche. Guitarra en mano, H.E.R. emocionó al personal cantando 'America the Beautiful' antes de que comenzará el encuentro. Hubo mensaje grabado del nuevo presidente Joe Biden, quien aprovechó la oportunidad para lamentar la escasa presencia de entrenadores afroamericanos en el deporte estadounidense por antonomasia, con permiso del béisbol. Y también, un tributo de la poetisa de moda en el país, la jovencísima Amanda Gorman, a tres héroes de la pandemia. Tras cautivar a los estadounidenses durante la investidura de Biden, Gorman fue la primera poetisa en intervenir durante una Super Bowl.

Con todo, fue un espectáculo más normal de lo previsto en los tiempos que corren, una normalidad que Brady se encargó de cimentar al alargar su incomparable leyenda llevando a los modestos Bucaneros a los más alto de la NFL.