Toni Abadía da espectáculo en las carreras, es carismático, los aficionados zaragozanos lo adoran por su simpatía y además es un soberano atleta. El pasado sábado logró su séptimo Campeonato de España absoluto. Fue en la localidad portuguesa de Braga donde se llevó el Nacional de 10.000 en pista. Era el tercero tras los logrados en el 2015 en Huelva y en el 2016 en Maia.

Inició su serie en el 2014 en Alcobendas con el Campeonato de España de 5.000. Después llegaron sus dos grandes títulos, los dos de cross. Hace tres cursos en Alcobendas y en el año olímpico en su casa, en Calatayud. Pocos días más tarde logró el de 10K en ruta en Alcañiz. Pero no todo es alegría y felicidad en la vida deportiva del atleta del Nike. La procesión la lleva por dentro. «La verdad es que no disfruto en la pista», reconoce lacónico tras volver a ser el mejor de España el sábado.

Hace cuatro años la presión le venció al no poder lograr la mínima de asistencia de los 5.000 metros para los Mundiales de Berlín. Lo persiguió con fracaso en Roma, Nueva York, Lausana y Mataró. «Luchar contra un crono no es algo que se me dé bien. Hay que estar preparado psicológicamente. Llegó un momento en que el estrés era insostenible. No me ha dejado disfrutar en toda la temporada de una prueba tan bonita como el 5.000 lisos», afirmaba en el 2015 el corredor del Nike.

Pese a vencer el sábado con suficiencia en Portugal, Abadía no las tenía todas consigo. «En la pista todavía no me he encontrado todo lo cómodo que me gustaría. Es una cuenta pendiente que tengo conmigo mismo», reconoce. El zaragozano lo achaca a que «las vueltas en una pista me hacen pensar mucho más. No disfruto tanto como en otro tipo de carreras donde prima el resultado final. Días antes me lo pasé fenomenal en Laredo con mi récord de España de 10 kilómetros en ruta. A mí me motivan mucho más las medallas y por ahí pueden ir los tiros», indica el fondista zaragozano.

Lo que más le marcó fue su actuación en los Juegos de Río donde terminó extenuado debido a una enfermedad en la vesícula. «Fue un punto de inflexión y una lucha personal difícil de digerir. Desde entonces tuve una sensación de impotencia, de angustia y es un poco frustrante». Antes de la competición también le afecta psicológicamente. «Es la soledad del corredor de fondo. Cuando ves que las piernas no responden, muchas veces la cabeza empieza a funcionar y, como tengas falta de confianza, al final te acaba comiendo la mente», explica.

Desde el 2016 sigue los consejos de la psicóloga castellonense María Valls. «La conocí tras los 10K de Alcañiz. Hacía una tesis y me propuso colaborar con ella. Me ayudó a hacer la mínima para Río. Me ha hecho tener ciertas herramientas para poder usarlas. Si la terapia no es eficaz sería por defecto mío», indica.

Uno de sus objetivos es bajar de los 28 minutos en el 10.000. Sería el primer aragonés en la historia. «Para ser campeón de Europa habrá que correr en esos ritmos. Pero quedan todavía cuatro meses para Berlín». Para Abadía será clave «bajar de 14 minutos en el primer 5.000 y acabar fuerte. Para bajar de 28 minutos hay que olvidar varios malos recuerdos que he tenido. Se te vienen los fantasmas en carrera, te autochequeas y dudas tanto de ti mismo tantas veces que al final tienes que saber gestionar eso como atleta profesional que soy, a nivel físico y psíquico», concluye.