Un ojo amoratado, la barbilla vendada, raspones en las piernas... Ingel Vicioso es, probablemente, el ciclista más magullado de los que todavía quedan en pie en el Tour de Francia. Tras una brutal caída en la quinta etapa, camino de Chartres, el aragonés del Liberty Seguros no ha vuelto a ser el mismo. Realizó un prólogo espectacular y aguantó las primeras etapas muy cerca de Armstrong, la gran referencia. Incluso estaba mejor posicionado que Roberto Heras, su jefe de filas. Pero el sábado perdió más de cuatro minutos y, el domingo, 5.32. Llegó antepenúltimo.

Vicioso está atravesando un calvario, el Tour se ha convertido en un tormento para él, aunque la jornada de descanso de ayer le vino bien para tratarse las heridas y recuperar algo de fuerza. Se pegó un gran golpe en la parte izquierda de su cuerpo pero lo que más le duele es la rodilla derecha. "No sé si tengo tendinitis, pero el sábado creí que no acababa", confesó el aragonés tras la etapa dominical. Manolo Saiz, su director, encuentra una explicación: "Puede que se le moviera el taco de la cala y continuara pedaleando en una mala posición".

Lejos de mejorar, sus dolencias aumentaron el domingo. "Pensaba que podía mejorar, pero he ido a peor", dijo Vicioso, que lamentó su mala suerte en el Tour de Francia después de que, el año pasado, tuviera que abandonar con la muñeca fracturada tras una espectacular caída. Tampoco están ayudándole las condiciones climatológicas. En medio de una carrera con aspecto invernal, bajo la lluvia y azotados por el viento, la recuperación se hace más difícil todavía.

"Espero que se recupere, pero no soy optimista. Está sufriendo como un perro y no consigue mejorar", explicó Manolo Saiz, para quien la baja de Vicioso sería un contratiempo importante. Heras perdería a un gregario de lujo, que había logrado llegar en unas excelentes condiciones físicas a la ronda gala. Tras exhibirse en la Bicicleta Vasca, soñaba con una etapa en el Tour, pero ha vuelto a chocar con la Grand Boucle .