Querían empezar en el Pasaje del Gois, uno de los rincones más fantásticos de Francia, una carretera que une la isla de Noirmoutier, en la bellísima región de La Vendée, con el continente. Pero primó la audiencia, el retrasar una semana el inicio del Tour 2018 (se presenta el martes en París) para no coincidir tantos días con el Mundial de fútbol y subió la marea en el Atlántico. El Pasaje del Gois es una carretera que parte del día queda sumergida y que pasó a la fama por la monumental caída que se produjo en la edición de 1999, donde Alex Zülle perdió las gafas, y que al final fue clave para decidir la clasificación general.

El próximo Tour se inicia el 7 de julio en la isla de Noirmoutier pero sobre asfalto firme y con una etapa llana antes de afrontar dos días después la contrarreloj por equipos, en Cholet, allí donde la Gendarmería detuvo 20 años antes a Bruno Roussel, director del Festina, en la edición del dopaje, en la ronda francesa más convulsa de todos los tiempos y que ganó Marco Pantani, fallecido en el 2004.

El Tour siempre es el Tour y suele buscar menos aventuras y apuestas arriesgadas en su recorrido a diferencia de la Vuelta y el Giro. Sin embargo, por lo poco que ha trascendido, por los apuntes sobre todo de la web referencia en conocer el trazado del Tour antes que sea presentado (velowire.com) y por algunos artículos de la prensa francesa, en el 2018 habrá una novedad singular y que no es otra que incluir tramos sin asfaltar en el paso de la prueba por Bretaña, a través de los famosos 'ribinous' (en bretón) que son la carta de presentación de una carrera que se denomina Tro Bro Leon y que se corre desde 1984.

El Carrefour de l’Arbre

Con una nueva ascensión al Muro de Bretaña para romper la monotonía de los esprints de los días iniciales, la primera semana finalizará en Roubaix con una etapa que incluirá kilómetros de adoquines, o 'pavés', no muchos, menos que en ediciones precedentes, pero con el atractivo de atravesar el Carrefour de l’Arbre, sin duda el más difícil de los que configuran el llamado 'Infierno del Norte'.

Los Alpes llegarán en primer lugar con tres etapas y metas en Le Grand Bornand, La Rosière y Alpe d’Huez. Salvo sorpresa, la ascensión a esta estación de esquí no será la tradicional a través de las 21 curvas sino por el monte de Sarenne para realizar tan solo los tres últimos tres kilómetros por la famosa carretera.

Antes de los Pirineos los ciclistas se citarán con el Macizo Central y una subida al aeródromo de Mende, el que inmortalizó Laurent Jalabert con su fuga de 1995 que puso contra las cuerdas a Miguel Induráin.

Los Pirineos, cuya composición de cumbres se guarda con mucho sigilo, incluye la que seguramente será la etapa reina de la próxima edición con llegada a Luz Ardiden. Antes habrá una meta en Bagnères de Luchon. El Tour lleva varias semanas tratando de que se acondicione la carretera que comunica esta localidad con la estación de esquí de Superbagnères ya que hay un puente que impide el paso de los grandes camiones imprescindibles para montar la meta.

Cuatro días en Pau

Si se sabe que los corredores dormirán cuatro noches en Pau donde el Tour se instalará entre el miércoles 25 y el domingo 29 de julio, ya que desde el aeropuerto de la capital de Aquitania se desplazarán a París para realizar la típica etapa de los Campos Elíseos que cerrará como siempre la competición.

Antes se adentrarán en el País Vasco francés, recompensado con la contrarreloj final a través de unas carreteras de Iparralde estrechas, turísticas pero que a la vez poco tienen de llano. La penúltima etapa del Tour 2018 acabará en la localidad de Espelette (Ezpeleta en euskera) para terminar de definirse la clasificación de un Tour en el que Chris Froome buscará su quinta victoria para igualar a Jacques Anquetil, Eddy Merckx, Bernard Hinault e Induráin.