Düsseldorf es como todas las ciudades alemanas un marco urbano reconstruido tras los horrores de la Segunda Guerra Mundial. Los edificios son grises, los tranvías dan un toque de cierta antigüedad y, sobre todo, un cielo perennemente encapotado demuestra que si las bicis son para el verano, en el de Alemania hay que llevar siempre un chubasquero encima porque alguien ha robado el sol.

En este ambiente extraño, lejos de la Francia que nunca debería abandonar el Tour, se inicia el sábado una ronda francesa marcada por las dudas de los principales favoritos, unos candidatos al jersey amarillo de París, el que vale y el que cuenta, que no han sabido marcar las diferencias en la mayor parte de las citas ciclistas hasta ahora superadas en el curso 2017. Chris Froome era, es y será --hasta que la carretera, una vez se entre en Francia, demuestre lo contrario-- el principal favorito. Sin embargo, el británico de Kenia, a diferencia de las tres victorias anteriores, llega a la salida del Tour sin triunfos, fallando en la contrarreloj del Dauphiné y sin haber realizado un ataque marca de la casa en lo que se lleva de temporada. "Este año llego mucho más fresco al Tour, menos cansado pero sé que será el mayor reto de mi carrera deportiva", declaró el líder del Sky al poco de aterrizar en Alemania.

También ofrece unas enormes dudas la respuesta de Nairo Quintana. Se apunto al Giro para ganarlo, como primera condición para conseguir el 23 de julio el doblete en París. El corredor colombiano del Movistar --que cuenta a su lado con el gran tapado de la carrera, por supuesto, Alejandro Valverde, el gran triunfador, por ahora, del año ciclista-- acabó la ronda italiana en segunda posición, pero no ofreció a la galería ninguno de los ataques incontestables para el resto de contrincantes. Y, encima, ahora deberá demostrar que el desgaste del Giro no le pasa factura. Se le recuerda el año pasado, mucho más fresco en la Vuelta que ganó tras un Tour irregular. En el 2016 estuvo mucho mejor en la segunda que en la primera gran ronda por etapas que corrió.

Si en los primeros contactos establecidos en Düsseldorf se le pregunta a cualquier director de equipo sobre quién es su favorito enseguida aflora el nombre de Richie Porte, quizás el menos conocido para el público no especializado, un australiano de 32 años, íntimo amigo y exgregario de Froome, y que al frente del BMC aspira a romper el sambenito que siempre le persigue en el Tour. Hay un día en que pierde la concentración, o se viene abajo, y es entonces cuando entrega minutos irrecuperables. En el Dauphiné fue el más fuerte, y con diferencia, pero perdió la carrera ante el danés Jakob Fuglsangporque su equipo se mostró débil en la jornada decisiva. Y ello es preocupante, porque si el BMC no pudo controlar el Dauphiné qué será de ellos en el Tour.

La frase solo podía ser pronunciada por un corredor al que llaman 'El Pistolero'. "Vengo a ganar, no a hacer un buen puesto". Alberto Contador no ha logrado ninguna victoria con el Trek, el equipo estadounidense que lo fichó en enero: segundo en Andalucía, París-Niza, Catalunya y País Vasco. A inicios de junio, en el examen del Dauphiné, se mostró extraño (bien en contrarreloj y distante en la montaña). Defendió que levantó el pie para llegar más fresco a un Tour que apuesta por etapas duras de montaña, pero que por el diseño novedoso de este año se inclina más por los descensos que por las llegadas en alto (solo habrá tres) y con apenas 37 kilómetros de contrarreloj. Contador, sobre todo, debe evitar volver a caer (se ha ido al suelo desde el 2013 con dos abandonos por accidente) y aprovechar el auxilio de un equipo fiel, encabezado por el holandésBauke Mollema, tras los desplantes de una escuadra, el Tinkoff, que era una jaula de grillos, como espejo del excéntrico propietario,Oleg Tinkov.

El Tour entrará el lunes en Francia, un país que quiere ver a Romain Bardet en lo más alto del podio de los Campos Elíseos. Ningún francés ha vuelto a ganar la grande boucle desde queBernard Hinault lo hizo en 1985. Y ha llovido, sobre todo en Alemania, en Düsseldorf, una ciudad que mañana aparecerá blindada por razones de seguridad. El Tour ha vuelto y el mundo gira feliz.