Cuando ayer los corredores entraron en las duchas del estadio de Quimper, en Bretaña, se quitaron de encima algo más que el barro y la suciedad de otro día infernal, de otro remojón inhumano por el norte de Francia. La ducha debió tener un efecto relajante. Tantos días mojándose y cayendo no son buenos para el cuerpo. Por fin se terminaron las etapas llanas. A partir de mañana, el Tour 2004 empezará a circular por carreteras ondulantes. Los ciclistas deberán hacer uso del plato pequeño, el que se utiliza para subir. La jornada de reposo de hoy tendrá los mismos efectos tranquilizadores que el agua caliente del campo de fútbol de Quimper, donde los ciclistas se asearon antes de tomar un vuelo chárter hacia Limoges.

No es bueno abusar de la montaña, pero tampoco hacerlo del llano. Hace un año, tal día como ayer, el Tour-2003 ascendió el Alpe d´Huez, donde ganó y se dio a conocer internacionalmente Iban Mayo. Ahora, el vasco, por poner un ejemplo, no ha visto una montaña en una semana. Y lo que es peor. No ha hecho otra cosa que caerse. Ayer, al menos, tuvo un poco más de suerte, en una etapa que se volvió a resolver al esprint, con triunfo del campeón de Noruega, Thor Hushovd, el ciclista que se entrena por el Empordá y que tanto cariño y amor siente por el Mar Mediterráneo.

DOLORES Mayo, entre las figuras del Tour, ha sido una de las que peor lo ha pasado. La caída masiva, que se registró el pasado viernes en Angers, le perjudicó mucho más de lo que quiso hacer ver el Euskaltel. "La misma noche --explicó ayer el vasco, tras salir de la ducha--, después de recibir el masaje, empecé a sentir un dolor muy fuerte que me bajaba del codo a la mano. Decidimos ir al hospital. Al menos, las radiografías que me hicieron me tranquilizaron un poco". Mayo temió que se había roto el codo. El golpe fue justo en el callo que tiene como recuerdo de un accidente de tráfico que sufrió a los 19 años y que a punto estuvo de terminar con su prometedora carrera.

"El sábado --añadió el corredor-- lo pasé todavía peor. Con el agua y con el frío la herida me dolía mucho". El ciclista debió ser animado en carrera por sus compañeros, ya que en los kilómetros iniciales se descolgó demasiado a la cola del pelotón. "Por fortuna, durante la etapa de hoy ayer para el lector el codo no me ha molestado. La herida ha mejorado mucho. No creo que vaya a peor". Fue la buena noticia para Mayo, quien espera que hoy, cuando abra las persianas del hotel, el sol penetre en la habitación. "El viernes por la noche me costó coger el sueño. Tenía que dormir de cara. No me podía girar". A los dolores en el codo se unían las molestias por la herida en la cadera, producto de la caída en la etapa de los adoquines.

Cada día, ayer no fue la excepción, se ha dejado formar una escapada, que se ha intentado anular en los kilómetros finales. Allí, el pelotón se ha lanzado casi de forma suicida, a veces por encima de los 60 kilómetros por hora. Por eso ha habido tantas caídas. La de ayer, que afectó a una decena de corredores, entre ellos Marcos Serrano, del Liberty Seguros, la originó el perro de un aficionado que cruzó la carretera al paso del pelotón.