Ocho meses de trabajo, cientos de entrenamientos, 34 partidos de la fase regular, cinco de playoff , la alegría de un título, la incertidumbre de la irregularidad, las lesiones, la fe, la confianza, el deseo, un sueño. El CAI Zaragoza se subió ayer al tren de la ACB con las bolsas cargadas de moral e ilusión tras superar el durísimo escollo de Plasencia y con una misión por cumplir. Hoy, en Granada, en el sur de la Liga, el equipo de Alfred Julbe emprenderá la recta final del camino hacia un destino obsesivo: el ascenso. Para completar con éxito la ruta que conduce a la gloria deberá ganar tres de los cinco partidos que componen las semifinales y, por obligación, al menos un encuentro fuera de casa. El de esta noche puede ser el primero.

En el Palacio Municipal de los Deportes de Granada, donde se citarán más de 6.000 personas, el CAI se encontrará con un escenario diametralmente opuesto al de los cuartos de final, porque ni el público ni el diseño de la plantilla andaluza se asemejan en nada a los de Plasencia. No habrá aquella presión asfixiante de un pabellón pequeño, ni un clima tan hostil y guerrillero. Y el rival en la pista, que busca el retorno inmediato a la élite, vive en las antípodas de los extremeños: frente al juego libre, individualista y de aclarados constantes, el Granada opone la sofisticación, el método, la sistematización de los movimientos y una plantilla larga, compensada y llena de especialistas. Como el CAI.

La eliminatoria enfrenta a dos equipos simétricos en su capacidad y en sus objetivos. Los detalles serán trascendentales y, sobre todas las cosas, la semifinal cogerá un color u otro en función de qué bases salgan vencedores. Si la pareja Ciorciari-González se eleva por encima de la de Ordín-Pecile, el CAI tocará con los dedos la ACB. El trabajo no es sencillo. Nacho Ordín, montisonense de nacimiento, es uno de los playmakers de más categoría de la LEB: anota, asiste, lee el juego, no es egoísta, es casi infalible en los tiros libres (85%) y hace jugar a su equipo al ritmo al que se siente a gusto. Es decir, a partidos con pocos puntos, en los que las defensas derroten a los ataques.

LOS AMERICANOS La otra referencia del Granada, que superó a La Palma (3-1) y ha ganado ocho de sus últimos nueve partidos, es Aaron McGhee, un pívot americano que ha multiplicado su rendimiento desde el fichaje de Silas Mills (10 puntos y 4 asistencias), el alero que ha cubierto la baja de Mrsic. McGhee, al que acompañan Fernández y Doblas bajo los aros, ha hecho 20,15 puntos y 7 rebotes en el playoff . A pesar de la fortaleza interior del Granada, el CAI tiene argumentos suficientes para sentirse superior: la mano de Otis Hill (16 puntos de media), la polivalencia de Esmorís (11,8), la entrega de Mesa y los rebotes de Walls (12). La eliminatoria se jugará ahí, con ellos, con los bases y los pivots. Y, mientras, nadie habla de Lescano. Pero que todo el mundo lo espere.