Algo ha cambiado en los pupilos de Fisac durante el último mes de competición. El pasado martes el Dijon, líder del grupo de la Basketball Champions League, se vio desbordado ante la avalancha del ritmo anotador que impuso el conjunto zaragozano. Una y otra vez, la defensa francesa llegaba un segundo tarde a tapar el tiro desde el 6,75 y, una y otra vez, los exteriores rojillos castigaban el aro galo. El equipo aragonés campaba a sus anchas a merced del, hasta ahora, favorito para acceder a la siguiente fase de la competición europea. Este éxtasis anotador no fue un espejismo sino un propenso déjà vu al que nos están acostumbrando los jugadores del Casademont.

El equipo comenzó el curso con el pie puesto en el acelerador. Salvo un desliz en Murcia, propio de los encuentros del inicio de temporada, los rivales cayeron uno tras otro en la velocidad y el ritmo de la transición defensa-ataque que impone a sus equipos Porfirio Fisac. El entrenador castellano demanda a sus plantillas un ejercicio coral en el cual todos rebotean, pasan, tiran y defienden como uno solo. En este aspecto, pocos jugadores destacan en los apartados de las estadísticas ni el equipo tiene la necesidad de depender de ningún hombre.

Con un porcentaje del 34,7% en triples en las 14 primeras jornadas, al conjunto zaragozano le bastaba con una corta anotación desde la línea de tres para llevarse los partidos. No tenía mejor suerte en sus desplazamientos y enfrentamientos en Europa, donde no superaba el 26% de anotación desde el 6,75. Esto se vio reflejado en amplias derrotas donde el equipo carecía de herramientas para igualar el juego físico de otras Ligas. Durante estos meses, el equipo ha sufrido las bajas de Seibutis y Seeley, dos especialistas en este ámbito. San Miguel y Barreiro, que podían aportar en este aspecto, no encontraban la regularidad necesaria también a causa de molestias y lesiones. Sin Ennis durante las primeras jornadas, el equipo no encontraba en el triple su punto fuerte para vencer los partidos de su lado.

Pero el inicio de año trajo la claridad de cara al aro a los hombres de Fisac. Ante el Baskonia un 59%, con Andorra el 53%, ante Tenerife el 50% y con Gran Canaria el 46%, mejorando sensiblemente su media hasta un 52% de acierto. En la competición europea, donde el equipo tenía que dar máximo para no quedar fuera de la siguiente ronda, la respuesta fue rotunda. Falco 44%, Neptunas 44% y Dijon 51%, tres zarpazos contundentes y tres victorias que dieron el pase a octavos de final de la mano del triple. En el último en terreno francés, con Robin Benzing como máximo exponente dando un curso de como anotar desde todas las posiciones y alcanzando el récord de 8 triples anotados de 11 intentos, hasta ahora en manos de Gecevicius y Okoye.

Las defensas se han abierto para el Casademont como una naranja y ahora todos los jugadores tienen el derecho a coger su trozo. Dylan Ennis desde su llegada está de dulce y propaga el miedo de los rivales hasta desde 8 metros. Seeley es ya un seguro de vida para el equipo que sabe encontrarle en el tiempo justo, en el momento adecuado. Brussino, tras unos meses de inestabilidad, se ha convertido en un asesino silencioso con la motivación suficiente para lanzar en los momentos más calientes. Barreiro, San Miguel, Radovic, Alocén... todos son sabedores de que el equipo les va a buscar para sumar de tres.

De un tiempo a esta parte todo ha cambiado en el Casademont. La metamorfosis que todo equipo debe sufrir a lo largo de una temporada está mejorando también desde la línea del triple. Nada tiene que ver la amenaza exterior que provocaba el equipo al comienzo y lo que es ahora. En el horizonte más próximo la Copa y con un Casademont a la altura del 6.75.