La Segunda B es el origen. El punto de partida de multitud de prematuras estrellas que tarde o temprano terminarán por explotar. Raro es el director deportivo español que no se da una vuelta por uno de esos campos deteriorados de la Liga de bronce, o recabe informes de ese futbolista que tan buenos números cosecha desde el anonimato. Así surgió Álex Gallar. Curtido desde el césped artificial del Cornellá, perfilado bajo la presión del Rico Pérez y horneado en ese fantástico curso donde ascendió a Segunda con la Cultural Leonesa. En tres años ha pasado de jugar en Segunda B a tener una oportunidad histórica en Primera. Un trienio fantástico que pocos futbolistas consiguen.

Aquel año de ensueño en el Reino de León dio forma a uno de los jugadores más explosivos de los últimos años en Segunda B. 23 goles y 17 asistencias, números colosales que saltaban a la vista. Durante aquel año fueron muchos los equipos que lo siguieron con cautela, uno de ellos el Huesca, que buscaba recambios para la inevitable marcha de Samu Sáiz hacia un equipo de mayor poder. Tras caer en la promoción de ascenso a Primera con el Getafe, El rubio partió hacia Leeds, dejando en las arcas del club aragonés cerca de 3 millones. Con ese dinero se pagó de la cláusula de Gallar —500.000 euros—. Una de las apuestas más firmes para el futuro del cuadro azulgrana.

Fue en la segunda vuelta cuando plasmó con fuerza su influencia en el equipo; anotó siete goles, fue un elemento de gran influencia en el juego de Rubi y ayudó en la consecución del ascenso a la Primera División. Un salto vertiginoso, pero totalmente merecido a tenor del crecimiento de Álex Gallar. Su progresión se ajusta al nivel de su fútbol. Ha sabido adaptarse a cada contexto y aclimatarse a las exigencias que requiere cada división.

Todo apunta a que el futbolista originario de Sabadell conseguirá mimetizarse a la perfección con la élite del balompié nacional. Tal y como hicieron otros futbolistas que han protagonizado un despegue meteórico similar. Nombres como Pere Pons, Álex Granell, del Girona, no solo se asentaron en Primera, sino que han conseguido despuntar a niveles insospechados. O Manu García, del Alavés, que ha jugado en las tres primeras categorías y sigue siendo el mismo líder que agita con pasión a los babazorros. Álex Gallar está demostrando en la pretemporada del Huesca que puede ser una de las piezas llamadas a tener una fuerte relevancia durante la primera campaña del club aragonés en lo más alto. Será un paso más en su carrera, el último peldaño de un trienio impresionante.