El municipio de Tella es uno de los lugares más mágicos del territorio nacional. Enclavado en una ladera sur a 1.360 metros de altitud, está en la zona limítrofe del Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido y se llega después de superar una tortuosa carretera de ocho kilómetros. Tiene tantos puntos de atracción que casi se definiría como un parque temático de la naturaleza y la cultura de la comarca del Sobrarbe.

Aquí se encuentra una de las imágenes más conocidas de Aragón, el dolmen con el Castillo Mayor de telón de fondo. El pequeño pueblo que cuenta con un moderno albergue tiene una joya como es la iglesia de San Martín del siglo XVI y cerca del núcleo urbano están las tres ermitas de San Juan y San Pablo, la Virgen de Fajanillas, la más antigua de todas del siglo XII y la Virgen de la Peña, donde dice la leyenda que se juntaban las brujas. Se complementa la visita con el museo de la brujería y una oferta senderista de primer nivel destacando la travesía por el collado de Tella hasta Pineta, el aéreo recorrido del Canal del Cinca y la novedad de la espectacular senda de Silván.

Pero en los últimos años la diminuta localidad altoaragonesa tiene otro centro de atención. Es la Cueva del Oso Cavernario. Se puede realizar la visita todos los sábados gracias a un microbús que parte de Tella. La actividad comienza a las diez y media con la visita al museo del Oso Carvenario. Después de ver un vídeo, un grupo de trece personas inicia la excursión hasta el pie de la cueva.

Es un grupo muy familiar con seis niños. Los hay de Pamplona, de Graus y de Zaragoza. Los dirige Javi, un guía ainsetano que convierte la excursión para los niños en una clase de naturaleza. El vehículo trepa por una pista durante un cuarto de hora. Después se llega a la entrada de la cueva tras cinco minutos de caminata, una cavidad a 1.600 metros de altura. El guía da a los turistas un casco con una bombilla y antes de entrar explica el espectacular paisaje con el que nos encontramos. Es la vertiente sur del Alto Sobrarbe con Cotiella, la Peña Montañesa, el Castillo Mayor y a la derecha se intuyen las Tres Sorores nevadas.

La visita dentro de la cueva tiene una duración de algo más de una hora. No hace frío dentro de la caverna, el suelo está resbaladizo y en el silencio solo se escuchan las gotas de agua.

Javi empieza a hacer preguntas a los visitantes. «Formáis varios equipos y voy a hacer varias cuestiones. El equipo que más responda se llevará un zumo de premio antes de comer». Primero pregunta quiénes investigan al principio las cuevas. «¡Un espeleólogo!», dice rápido Yago, un niño de Graus de siete años que se convirtió casi como en el jefe de la expedición.

DESCUBRIMIENTO

El guía explica que fueron Rosa y Ramón, una pareja de Badalona, los que descubrieron la cueva en 1982. «Rosa vio un hueso, se investigó y era del Oso de las Cavernas. El grupo anda por la cueva mientras responde a las preguntas de Javi. «Aquí hay cinco formaciones. Si los pequeños me las decís, salimos. Si no nos quedamos aquí a dormir». Acertaron enseguida el nombre de las estalagtitas, estalagmitas y columnas. Era más complicado las banderas y la pata de elefante.

Al final de la cueva se llega al yacimiento donde están los huesos. Se accede tras superar varios estrechos y un par de escaleras. «El oso habitó hace 40.000 años y despareció hace 25.000 años. El 90% era dieta herbícola. Pero en la época de la glaciación se quedó sin esa alimentación, no se adaptó y desapareció paulatinamente». Hasta el momento se han contabilizado 4.000 restos óseos y se ha calculado que hibernaron un centenar de osos.

En un abrigo cercano, el Coro Tránsito, se encontraron restos humanos de dos bebés. «Pero en la Cueva del Oso Cavernario no se han encontrado restos humanos. Hace cinco años que no vienen los paleontólogos. Ahora hacen más un trabajo de laboratorio. Además, los huesos llevan aquí 25.000 años en unas condiciones ideales», apuntaba el guía.