La vida es aquello que te ocurre mientras estás ocupado haciendo otros planes, cantaba John Lennon y la cuestión, podría añadirse, es cómo se afronta. Bien lo sabe Mario Fernández, exjugador del CAI Zaragoza y obligado a retirarse hace ya cuatro años, a los 27, en plena cumbre profesional, por una grave lesión de rodilla de la que aún se está recuperando. Llegó a necesitar una silla de ruedas para moverse y todavía hoy tiene que echar mano de una muleta alguna vez, pero ya ha superado lo peor y no lo cuenta con autocomplacencia porque "al final, cuando una cicatriz sana la conviertes en una medalla, en un pequeño triunfo personal e íntimo".

Habla con una madurez impropia de cualquier edad, conversador infatigable, lúcido en sus análisis, Mario Fernández es una verdad detrás de otra. Y un apasionado de su deporte. Desde otro prisma, con otras condiciones, sigue viviendo el baloncesto, ha descubierto que el basket "nunca te deja, sino que de alguna manera tu ya vas encontrando la posición de vivirlo". Ahora es director técnico del CB Mollet y ha desarrollado un software de gestión deportiva, faceta en la que quiere prepararse lo mejor posible. "Mi trabajo consiste en velar a nivel deportivo por todo lo que compete a un club, a un club formativo. Somos 383 niños. Que nadie se engañe, el 99,9% del deporte nacional es de ámbito local y amateur y a esa masa social se le ha de dar una educación deportiva más allá de que puedan llegar o no a profesionales, que eso es totalmente secundario", explica.

RECUPERACIÓN DE JUBILADO

En www.equiposport.es y en la aplicación del mismo nombre, en castellano y catalán, está su otra ocupación. "Es un software de gestión deportiva que lleva ya casi tres años funcionando y a día de hoy tenemos más de 175.000 usuarios. Está aplicado a todos los deportes colectivos y es totalmente gratuito, está destinado a toda persona, grupo o entidad que practique deporte", relata.

Además de todo eso, y de verse cada semana los nueve partidos de la jornada de la ACB --"no tengo percepción de que cuando hago algo relacionado con el baloncesto sea trabajo"--, Mario Fernández sigue haciendo rehabilitación de la gravísima lesión de rodilla que le obligó a retirarse hace ya cuatro años. "Es como el cola-cao de las mañanas. El fisioterapeuta, ir a la piscina, es algo que, sí o sí, hago todos los días a excepción de los domingos. Se trata de recuperar la normalidad en mi día a día. Ya la consigo, pero me refiero a no tener que estar con dolor, molestias, la rodilla hinchada, y eso lleva su tiempo", indica.

Atrás dejó la silla de ruedas y ya ha recuperado la independencia en sus movimientos, aunque alguna vez la rodilla todavía se le carga y ha de apoyarse en una muleta. Así lleva cuatro años, y los que le quedan. "Hago una recuperación de jubilado, muy paulatina, muy progresiva, nada forzada, que sea la propia rodilla la que marque los tiempos, sabiendo que el objetivo es la recuperación para la vida normal, no para el baloncesto. Si hablamos de aquí a un par de años creo que aún seguiré. No será una recuperación como tal sino un mantenimiento".

Porque dar un paso atrás sería muy peligroso. "Volver a pasar por lo mismo sería muy complicado, sobre todo a nivel mental. Si ahora me dicen cuidado, que si vuelves para atrás estaremos en el punto de partida, uff, pues yo no sé si sería capaz de aguantar todo este tiempo", se sincera el exbase.

Lesiones mal curadas, una operación que más que solución fue un problema y su rodilla acabó necrosándose --muerte celular--, hasta una fecha que le ha quedado grabada. "Fue el 17 de diciembre del 2010 en la consulta del doctor Ramón Cugat". Como cualquier deportista profesional, como tantas otras veces, Mario hizo la pregunta habitual: "¿Cuándo volveré?". "Tonto de mí, pensaba que me iba a decir, tres meses, cuatro meses, lo que fuera. Y recuerdo que su respuesta fue tan tranquila como impactante porque me dijo: 'Mario, ahora mismo no luchamos por el Mario jugador, vamos a empezar a luchar por recuperar al Mario persona'".

TODO CAMBIA

Aquello fue una bofetada de realidad. "Recuerdo que volví a casa y estaba tumbado en la cama y dije 'ostras, ahora sí que sí esto de estar en el vestuario, entrenar día a día, los partidos, los aplausos, todo eso ya forma parte del pasado, ya no estamos en ese punto'. Y han pasado cuatro años pero esto no es de la noche al día, tiene su tiempo de adaptación y, sobre todo, de aceptación. No es la teoría, esto es la práctica".

Y es que dejar la práctica profesional siempre es algo traumático, algo para lo que el deportista no suele estar preparado, algo muy parecido a asomarse a un abismo. "Nunca estás preparado para eso porque nunca lo terminas de ver real, lo ves como algo lejano. Todo el mundo se acaba retirando, pero 'aún no me veo en ese punto', le vas dando como pequeñas patadas a la fecha, 'ya caeré...'" Hasta que todo acaba y hay que hacerse nuevas preguntas y buscar las respuestas.

El cambio en la vida del exdeportista es radical. "Cualquier deportista que deja de hacer deporte a nivel profesional está exactamente en el mismo punto que cualquier persona de 18 años que intenta entrar en el mundo laboral o de 22, 23 cuando acaba una carrera universitaria. De nada sirven los méritos contraídos en el pasado, que hayas sido jugador de ACB, de Euroliga... de poco sirve para luego tener un puesto de trabajo en una u otra empresa". Entonces hay que independizarse, vivir por cuenta propia, empezar de nuevo, alejado de los focos y de todo lo que se ha hecho en los últimos años. "Eso es traumático, entrecomillado, porque cuando eres jugador profesional, la casa te la busca el club, el coche te lo pone el club, los viajes, te los hace el club, el club te dice si te has de vestir de rojo o de blanco, tu eres un autómata".

Explica que echa todo de menos de su etapa profesional, pero el balance no puede ser más positivo y, al final, de todo puede y debe aprenderse algo. "Sí, por supuesto, todo, lo echo todo de menos, pero no por la vertiente de las condiciones de trabajo sino por el hecho de poder compartir el día a día con un grupo de compañeros, los viajes, el montón de vivencias que se acumulan a lo largo de una temporada. Cuando estuve en el CAI en el 2005, Alberto Angulo me decía, 'Mario, tú coge un papel en blanco y un lápiz y póntelo en la mesita de noche y cada día, antes de dormir, apunta una frase que te recuerde una anécdota del día. Y al final de la temporada verás que tienes un montón y, si eso lo haces todas las temporadas, cuando acabes tu carrera deportiva tendrás para un par de libros'. Eso es lo que echo en falta". No lo dice con nostalgia porque tiene claro que "el pasado es un muy buen lugar como referencia pero es un muy mal lugar como residencia".

Su carrera fue más corta de lo que podría haber sido, pero le dio tiempo de casi todo. "Me quedo con lo vivido y sin excepción alguna de nada porque hasta del trago más amargo que fue la muerte de mi padre y la lesión de la rodilla, extraigo cosas positivas, que es mi manera de enfocar la vida. Yo antes pensaba que las razones para ser feliz solo podían venir dadas por la vertiente deportiva, por si era capaz de jugar en un equipo u otro, por si era capaz de ganar, de jugar bien, y me he dado cuenta de que no, de que la felicidad es un concepto que va mucho más allá del deporte, he aprendido a ser feliz con una conversación, viendo una película con mis amigos, con un paseo..."

Pasó por todas las categorías, por todas las experiencias posibles, incluso fue invitado con la selección absoluta en el verano del 2007. "Creo que todo lo que podía haber vivido, en mayor o menor medida, lo he vivido, y eso a mi me llena de satisfacción. Poder echar la vista atrás, pero como un acto íntimo, y decir, pues es verdad que lo he tenido que dejar de manera forzada pero oye, he podido jugar en todos estos equipos, vivir fuera de casa, conocer a toda esta gente, y llegar al máximo, estar en la selección española con la mejor generación de la historia, los Gasol, Navarro, Calderón... Evidentemente no ha terminado como yo quisiera pero bueno, es la vida que me ha tocado y no voy a renegar porque es que si no entras en un círculo mental negativo: '¿por qué me ha tocado a mí?, qué desgraciadito soy-' y no, no, porque no puede ser".

UN AÑO FANTÁSTICO, PERO...

Entre todas esas experiencias, un año en Zaragoza, la temporada 2005-06. Ciudad, afición, club, tenían estructura de ACB, pero el equipo estaba en la LEB. "Fue un año fantástico a todos los niveles excepto que no conseguimos ganar el quinto partido como locales en la prórroga contra Polaris World. Eso lo cambia todo", recuerda el exbase. En el banquillo, Alfred Julbe. "Uno de los más grandes, si no el más grande. No deja indiferente a nadie y eso ya de por sí llama la atención porque te invita a pensar por tí mismo, a no actuar como un autómata, y eso a nivel deportivo marca a los jugadores".

Ahora sigue al CAI, por supuesto, y, aunque sea un tópico, solo puede calificar de "espectaular" la trayectoria del club. "A nivel deportivo e institucional, la evolución del club es muy notoria y, a la vez, es muy sólida, y eso está al alcance de muy pocos. Y más por ejemplo en la situación actual, con tanto cambio en la plantilla y la muerte de José Luis Abós. Para responder como está respondiendo el CAI quiere decir que atrás hay mucha solidez", razona.

Mario Fernández sigue al CAI y todo lo que tenga que ver con una pelota naranja. Lo contrario es imposible. "No es que sea un imposible en plan extremista o fanático, desde pequeño ha sido así. He estado lesionado y en ningún momento me he rebelado contra el baloncesto, al contrario, me he sentido más próximo que nunca. Antes como jugador, ahora director técnico, en un futuro, no lo sé ni tampoco en qué intensidad. Solo sé que es muy difícil que me desligue del baloncesto", indica. A su carrera añade ahora otra victoria, quizá la más importante.