El resultado siempre importa, y quien diga lo contrario miente. Pero ayer, quizá fuera lo menos importante. Y por muchos motivos. El Zaragoza CFF volvió a La Romareda, aunque esta vez sin la Copa de la Reina en juego, como en aquel lejano 2009. Ayer era un partido de Liga, ante un rival potente como lo era (y es) el Valencia, pero sin un pretexto tan claro como lo fue hace ya siete años. Por ello, perder ayer dolió algo menos.

El hecho de que el principal equipo de fútbol femenino de Zaragoza, que también pasea por los campos de todo el país el nombre de la ciudad, juegue en La Romareda es un motivo de orgullo en primer lugar, y una gran muestra de apoyo para el deporte en segundo. Pero ese empujón no lo ejemplificó nadie mejor que los 3.150 aficionados que se dieron cita en el estadio municipal a pesar del frío y del cierzo. De hecho, tanto apretaba la temperatura, que a pocos minutos de comenzar el partido parecía que no se iba a llegar a buena entrada, pero los menos madrugadores finalmente acudieron al encuentro y se dejaron oír en la grada.

Antes del partido, el alcalde de Zaragoza Pedro Santisteve y el concejal de Deporte del Ayuntamiento de la ciudad Pablo Híjar bajaron al césped para mostrar su apoyo al club y, como el día iba de homenajear al deporte femenino, las gemelas Sánchez Alayeto fueron las anfitrionas de la matinal al realizar el saque de honor justo antes del pitido inicial.

Pero faltaba el reconocimiento y el recuerdo de todo el estadio, jugadoras inclusive, hacia Minori Chiba, quien se lesionó de gravedad la semana pasada. La japonesa se rompió la tibia y el peroné, tuvo que ser intervenida quirúrjicamente y se perderá varios meses de competión. En el minuto 12, su número, el estadio estalló en aplausos, a la vez que una camiseta gigante se desplegaba en la grada. Además, las jugadoras mostraron unas camisetas de apoyo en su salida al campo.

Preciosa experiencia

Patri Larqué y Lara Mata coincidieron exactamente en las mismas palabras: «Nos quedamos con la experiencia de jugar en La Romareda». Y no es para menos. La portera recibió cuatro goles, pero dejó varias paradas de mucho mérito defendiendo la Puerta del Carmen, incluido un penalti que le detuvo a Carolina Férez con una extraordinaria estirada a su lado izquierdo. «Por lo menos, algo bueno que me llevo», comentó sin ocultar su tristeza por la derrota. Los nervios y las ganas de agradar pasaron factura, especialmente en los primeros minutos, porque «es la primera vez que jugamos en un campo tan grande». Eso sí, aseguró que «para las que somos de casa, esto es un sueño. Ojalá en un futuro podamos repetirlo».

En esa misma línea opinó su compañera Lara Mata. «Es una pasada», dijo mientras se le escapaba la sonrisa. «Todo el equipo se ha esforzado mucho y estamos muy orgullosas por este apoyo tan grande», añadió.

Alberto Berna, técnico del Zaragoza CFF, también quiso «dar las gracias a todo el mundo que ha venido y más por el frío que hace en enero». Al mismo tiempo recalcó que «es un paso muy importante para nosotros y ojalá esto arrastre más gente al Pedro Sancho».

Positividad entre la afición

Los aficionados que acudieron al campo también son conscientes de que es una grata experiencia que el Zaragoza CFF haya jugado en La Romareda.

Aidan Barrachina, asiduo al Pedro Sancho, acudió ayer al estadio porque «me motiva venir a verlas jugar y, en La Romareda, era una ocasión para que se lucieran ante más aficionados». Además, añadió que «la pena es que hayan jugado aquí ante un rival tan difícil y que no hayamos podido disfrutar de una victoria», aunque «es una gran noticia para las jugadoras y el club en general porque trabajan muy duro, juegan por pasión más que por dinero».

Como en el caso de Aidan, Guillermo Blasco también suele ir a ver a las chicas a su campo habitual. Para él, «que jueguen en La Romareda es muy positivo para el club porque viene más gente a verlo». Además, recalcó, que «las chicas son igual de importantes y se merecen el mismo apoyo o más que los chicos». Ojalá este partido marque un antes y un después.