Este domingo el Real Zaragoza volverá a enfrentarse una vez más a la Real Sociedad. Es un duelo clásico en Primera División que la temporada pasada tuvo un significado especial en el encuentro de vuelta en La Romareda, en la jornada 23. Venía el conjunto aragonés de perder en Murcia de muy mala manera, metido en posición de descenso y con un Víctor Muñoz recién llegado en lugar de Paco Flores y con otra dolorosa derrota a sus espadas, la de su debut en casa dos semanas antes frente al Mallorca (1-3). La visita de los guipuzcoanos se anunciaba bajo el tópico certero de una final. Y se ganó con un estilo muy propio de la nueva era, en el último minuto con un tanto de David Villa de penalti. Cuatro meses después, o 113 días si se prefiere, la afición del conjunto aragonés volvía a ver un triunfo en el hogar y la luz tras cuatro semanas consecutivas dentro de los tres últimos puestos. La anterior victoria databa del 10 de octubre del 2003, con un gol de Savio al Valladolid.

Aquella cita se vistió de derrota durante mucho tiempo, con los donostiarras demostrando una superioridad insultante, no carente de una arrogancia que los hizo dueños de los espacios pero no así del área enemiga. Llegaba el ocaso y Villa, quien pese a madrugar con un gol en el minuto 5 nunca se acuesta antes del 90, salió de la ratonera, por detrás de los defensores de la Real, para provocar un penalti clave que deshizo la igualada establecida por Xabi Alonso. El Real Zaragoza comenzó a tomar aire no sin pagar el peaje de un pasado amenazante, lastrado por su necesidad de puntos, y edulcorado por un aperitivo, la Copa del Rey, que reservaba la mayor fiesta vivida por el club en la historia de este torneo tan familiar.

EL DESPERTAR En ese partido hubo un despertar. No sólo el de Villa, que siguió disparando con singular puntería, ajeno a entrenadores pasados y presentes. El equipo adquirió un perfil más competitivo, sostenido sin duda en las adquisiciones de Movilla y Dani, quienes debutaron en Liga ese 8 de febrero del 2004 ante la Real Sociedad. Los triunfos se hicieron más comunes, y la conquista de la Copa en Montjuïc contra el Madrid elevó la autoestima del grupo.

Aranzabal, hoy en las filas del Real Zaragoza, no estuvo en ese encuentro. Pero sí Westerveld, autor del derribo a Villa, Kvarme, Schurrer, Portillon y Xavi Alonso, todos ellos lejos ahora de San Sebastián tras una profunda renovación de los donostiarras. De la alineación zaragocista repetirán en esta ocasión Alvaro, Milito, Toledo, Galletti, Movilla, Ponzio, Savio y Villa.

En en el banquillo de La Romareda permanece Víctor Muñoz --Denoueix ha dejado su puesto a Amorrortu--, que aquel día puso junto a sus jugadores la primera piedra de un renacimiento que aún sigue pendiente de muchas mejoras.