Para quien la gana vale tanto como un cuadro de Velázquez. Es la Copa del Rey, el único trofeo grande con el que también pueden soñar los equipos más modestos. No tiene precio deportivo, aunque su valor material es de 10.000 euros, según explicó, su creador, Federico Alegre, dueño de la Joyería Alegre de Madrid, que dedica parte de su trabajo a realizar trofeos deportivos.

"¿Cuánto pagaría cualquier club por ganarla y poder exponerla en su sala de trofeos? Hay que tener en cuenta que sólo existen dos copas iguales. Una, la que tiene el Barcelona expuesta tras ganar cinco ediciones alternas. La otra es la que ya está lista para entregarla al ganador de este año", señala el joyero madrileño.

Después de una temporada de festejos en Mallorca, el último club ganador de este trofeo, la Copa del Rey vuelve a su lugar de origen, la joyería de Federico, que desde 1976, año en que la federación le encargó crear un nuevo modelo distinto al de la Copa del Generalísimo, se encarga de repararla y ponerla a punto. "Durante el año de festejos pasa por un ajetreo lógico, con tantas celebraciones. Aunque ya no es como antes. Cada club tiene su museo, y la Copa llega en buenas condiciones".

El trofeo llega a la joyería un mes antes de la final, y por las noches duerme en una caja acorazada. De día recibe los mimos y cuidados de un equipo de personas, tres o cuatro, que suelen tardar algo más de tres días en tenerla preparada para enviarla de nuevo.

"Es una copa delicada y ya tiene catorce años. Ahora hemos tenido que cambiar la peana de madera, y como el cuello es muy estrechito, y los jugadores en las celebraciones la cogen por las asas, lo hemos reforzado con un tubo de hierro, para que aguante mejor", asegura su creador.

La Copa, que pesa ocho kilos, está hecha totalmente con plata de ley, menos la peana de madera maciza y el escudo, que está bañado en oro de ley, al igual que el interior del trofeo, y su diseño responde a la idea de su dueño de crear una copa sencilla y fácil de identificar. "Cuando me encargaron su nuevo diseño pretendimos hacer una copa muy distinta a la del Generalísimo, que era más pequeña, panzuda y con tapa", comenta Federico, que conocía bien el anterior diseño, ya que también lo realizó su joyería. "Me pregunté: si yo fuera un niño, ¿cómo dibujaría una copa? Y así llegué a elaborar el boceto actual, una copa sencilla y bonita".

Pero la Copa del Rey no es el único trofeo que se le encargó a su joyería. También diseñó, entre otras, la de la Liga, la de la Súpercopa y una que recuerda con especial cariño, el Trofeo Santiago Bernabéu, ya que es madridista.

En cuestión de horas esa copa cuidada, mimada y reparada por Federico viajará inevitablemente a Zaragoza o a Madrid. Para consuelo del joyero, ninguno de los dos equipos podrá quedársela en propiedad, ya que ni es la quinta alterna que ganan, ni el tercer año consecutivo que la consiguen.