Las empresas aragonesas de turismo activo han cerrado un verano en el que han levantado levemente el vuelo de la dura crisis que ha afectado al sector. Pese a todo, el futuro sigue siendo muy incierto. Nadie canta victoria. Al menor nivel adquisitivo de los clientes españoles se ha unido la brutal subida del IVA que sufrió hace tres años el sector y que le llevó de los 8 a los 21 puntos. Para la clase media española ha llegado a ser un lujo asiático practicar montañismo, senderismo, rafting, bicicleta de montaña o vías ferratas.

Milorcha es la empresa de deportes de aventura más popular en Benasque. Sus actividades estrella son la subida al Aneto y el barranquismo. Su responsable es Alberto Lacau. "El mes de agosto ha salvado la temporada. Pero siempre podría ir mejor. Han pasado al olvido los buenos años de principios del siglo XXI". Lacau explica que la mayor parte de sus clientes son extranjeros. "Llegan a ser el 70% y vienen de Holanda, Alemania y Bélgica. Esto es lo que nos ha salvado. Van a buenos restaurantes, quieren buenos servicios, mientras que el nivel adquisitivo de los españoles ha desaparecido", reconoce Lacau, que explica que saber inglés es fundamental en Benasque. "Una exigencia del mercado es que los jóvenes sepan inglés o francés. Es la asignatura en la que mi generación estamos suspendidos", indica.

SIN FUTURO

La subida del IVA en las empresas del ramo agravó la crisis del sector. "Esto supuso un varapalo tremendo y aguantamos como podemos. Para nada hemos remontado la crisis. El autónomo y el pequeño empresario, no ve la luz y no sabemos cual será el futuro. Estamos en un punto plano en el que a la salida del túnel vemos un precipicio. No tenemos mucho futuro si no se modera el IVA. La hostelería, los comercios y la restauración subieron de 8 a 10 y esto lo puede absorber el empresario. Pero pasar de un 8 a un 21 es una barbaridad, es el beneficio de cualquier empresa", reconoce Alberto Lacau.

Tampoco están muy contentos en el vecino Castejón de Sos, donde se ubica la Escuela de Parapente Pirineos. "Este verano hemos ido bastante mal. Ha sido el peor de los últimos 15 años. El parapente es muy sensible a la meteorología y los meses de junio o julio han sido bastante complicados, con muchas tormentas y bastantes días de viento", indica Mariano Ucedo, el responsable de la empresa.

La crisis golpeó muy duramente a la Escuela de Parapente Pirineos. "Con la subida del IVA no nos quedó otro remedio que aguantar los precios y absorber nosotros los costos, porque si no no se vendía nada. Tenemos muy poco margen de maniobra, porque en el parapente un instructor lleva un pasajero. Mientras, en el rafting un guía lleva a seis o siete clientes", explica. La crisis ha traído otro problema añadido. "Tenemos mucha competencia desleal en los últimos años. Hay cantidad de intrusos que se dedican a esto sin darse de alta en la Seguridad Social. El negocio sumergido nos está reventando", explica Ucedo.

Sin embargo, en el Reino de los Mallos ven la botella medio llena. UR es una de las empresas especializadas en la actividad del rafting en el río Gállego. "En los años 2011 y el 2012 la escasez de agua dificultó las actividades. Un curso más tarde las buenas reservas hídricas permitieron hacer todas las actividades. Este año hemos tenido hasta 250 clientes en los días punta. Si además de la crisis, las condiciones no son las más idóneas con el agua, esto redunda en la falta de clientes", indica Gustavo Ortas, responsable de la firma altoaragonesa.

Pero a largo plazo Ortas no ve el final de la crisis que golpea a su sector. "Soy muy pesimista. En el futuro no creo que se baje el IVA. Los políticos prometen la luna. La Constitución dice que todas los españoles tienen derecho a una casa y un trabajo digno. Pero la realidad es la que es", concluye Ortas.