Fue en 1993 cuando Miguel Induráin ganó el segundo Giro. Pero en la subida que lleva al santuario mariano de Oropa, al norte de la ciudad italiana de Biella, estuvo a punto de perderlo todo, a un día de Milán. En Oropa atacó Piotr Ugrumov, un ciclista letón, sorprendente y rápido en los días finales de las rondas de tres semanas. Induráin no lo veía, con tanta curva. Se puso nervioso. Su director, José Miguel Echavárri, se saltó el reglamento, desobedeció a los jueces y se ganó una multa, pero acercó el coche hasta Induráin para decirle: "Tranquilo Miguel, no lo ves, pero está a 30 segundos".

En 1999, Marco Pantani corrió el Giro sin cadena, imparable en la montaña. Ni siquiera lo frenó un pinchazo inoportuno al inicio de Oropa. Lo superó todo el pelotón. Comenzó la ascensión en última posición para llegar al santuario primero y ganar la etapa. A Oropa llega hoy el Giro, una ronda italiana decepcionante hasta ahora en montaña, con Rigoberto Urán vestido de rosa y empujado por Colombia. En Oropa habrá por fin ataques, la salsa del ciclismo, que, por ahora, no ha adornado el Giro. Ayer, etapa de transición y victoria del italiano Marco Canola.