Una Liga, tres Copas, una Recopa, una Supercopa de España y una Copa de la Liga con el Barça. Una Copa italiana y una Recopa con el Sampdoria. 60 partidos con la selección española, el futbolista aragonés que en más ocasiones ha vestido la camiseta de la absoluta. Una participación en un Mundial, México 86, y dos en las Eurocopas de Francia-84 y Alemania-88... Y ustedes se preguntarán, ¿y qué? Es cierto, ¿y qué? ¿Por qué enumerar este listado colosal? Estoy de acuerdo, está fuera de contexto para quienes consideran que el pasado es un tiempo imposible de conjugar con el presente, un ejercicio inútil de forzada melancolía.

Víctor Muñoz es el segundo jugador de esta tierra que más partidos ha disputado en Primera. Acudió en 1991 al rescate de un equipo que se iba a Segunda y resultó clave su aportación otoñal para salvar la categoría de la promoción contra el Murcia. Entonces se alabó su entrega, su compromiso, su lucha, su fiereza, su implicación al saltar al campo con una rotura de costilla. Hoy, tantos años después y con una Copa del Rey ganada al Real Madrid de los Galácticos y una Supercopa al Valencia como entrenador del Real Zaragoza, vuelve a vivir una situación que no le es ajena en su carrera, tan común en este oficio: no la destitución, sino la desmemoria inmediata. ¿Y qué? Es verdad, ¿y qué?

Nada nuevo en el horizonte. No hay sorpresa en su salida siempre y cuando se establezcan y repasen los capítulos correspondientes. Víctor Muñoz no ha sido un entrenador cómodo y su currículum así lo refleja, pero cuando ha sido contratado se priorizaba y destacaba precisamente ese característica de su personalidad full time. ¿Quizás insobornable? ¿Quizás intransigente con plantillas muy enfermas o en estado de descomposición? Vamos, un tipo duro para vestuarios. Y los tipos duros, como en esta ocasión, resultan indomables para bien y para mal. Conquistan amigos para la eternidad y ejércitos de enemigos con más cañones que armamento.

Se va una leyenda del zaragocismo por la puerta de atrás y seguramente para no volver jamás. La Fundación ha aprendido rápido a repetir los tics de sus antepasados, pero con varios matices que despliegan cierta inmadurez en estos asuntos. Víctor lo ha hecho bien, regular y mal en el ecosistema de un planeta sin apenas oxígeno competitivo. El Real Zaragoza, que en principio partía desde posiciones muy retrasadas en la parrilla de salida por sus problemas económicos, está en estos momentos en octava posición, a un punto de los puestos de promoción. Pese a la crisis de los últimos resultados, los resultados están muy por encima de las previsiones, seamos sinceros.

El final era inevitable porque esta crisis tiene mucho más que ver con colisiones personales que con razones deportivas. Esta temporada inacabada de Juego de Tronos ha bajado el telón con la cabeza de Víctor Muñoz en la pica que ha elegido y una cohorte de príncipes cuyos nombres, dentro del mil años, nadie recordará. El fútbol, digan lo que digan, tiene buena memoria.