Víctor Fernández conoce bien a Drulic. En una eliminatoria de UEFA del Celta ante el Estrella Roja el delantero fue una pesadilla para el entonces entrenador del conjunto vigués. Marcó los cuatro goles del conjunto balcánico, uno en la ida y tres en la vuelta, y puso el pase muy caro a los celtiñas, que vencieron por un global de 5-4. Han pasado más de tres años desde entonces y para ambos ha sido para mal; el entrenador vive sus peores momentos en el Betis y el ariete ha pasado por un calvario en el Zaragoza, aunque por fin anoche, con dos goles y una segunda parte magistral, halló un motivo para sonreír en un camino tortuoso. Y tuvo que ser ante un equipo de Víctor...

Ha pasado por todo Drulic desde que 13 millones de euros le convirtieron en el fichaje más caro de la historia del Zaragoza en el verano del 2001. Empezando por una grave lesión de ligamentos que le dejó fuera casi todo el primer curso, ya que sólo le quedó tiempo de hundirse en el abismo de Segunda con el resto del equipo. El segundo año no mejoraron mucho las cosas. Un primer gol, en Copa --parece que es su torneo talismán-- ante la Real Sociedad y otros dos más en Liga hicieron albergar alguna esperanza, pero después llegaron muchas dudas, demasiadas actuaciones mediocres y una lesión en el menisco en enero que hizo dudar al club si darle la baja para inscribir a Peternac. No lo hizo, pero el curso acabó ahí para ambos.

Todo o nada

Sabía Drulic que esta temporada era a todo o nada, pero hasta el momento sólo hubo espinas en su camino. Comenzó jugando poco, sin convencer a nadie, aunque marcó un tanto en Málaga, y una actuación desastrosa en Miranda de Ebro acabó con la paciencia de muchos. También de Flores, que después de darle unos minutos frente al Celta (9 de noviembre) le mandó directo a la grada y con el fantasma de una posible cesión acechándole.

Pero si hay algo que no se le puede negar a Drulic es fe. Siempre trabajó e hizo vestuario, aun cuando menos contaba. Es cierto que eso sólo no basta ni de lejos para justificar la barbaridad que pagó el Zaragoza, pero al menos el compromiso está ahí y gracias a él volvió a una convocatoria el pasado sábado para después recoger el premio de su titularidad ante el Betis a modo de último tren, agarrándose con fuerza ante su enésima ocasión.

Firmó una primera parte mediocre, pero en la segunda estuvo colosal. Perfecto en la definición, con dos goles tras grandes asistencias de Corona y de Villa, y siempre buscando la combinación con sus compañeros. Otra vez ante Víctor, llegó su noche. Algo tarde, sí, pero eso siempre es mejor que nunca.