Los cazadores aragoneses no están de muy buen humor, y no es que esté siendo ésta una mala temporada, sino todo lo contrario, pero ya se acaba. El próximo fin de semana los aficionados afrontarán la última jornada de caza menor, una temporada que recordarán muchos de ellos por la gran cantidad de piezas abatidas, fundamentalmente perdices.

Después de que las primeras jornadas se vieran marcadas por la lluvia, finalmente, los cazadores han podido disfrutar de jornadas excelentes tanto por la temperatura como por la importante cantidad de ejemplares que se han avistado y abatido en las diferentes zonas de la geografía aragonesa.

El retraso de la veda por las inclemencias del tiempo ha permitido, según el presidente de la Federación Aragonesa de Caza, José María Arranz, que "las presas se libraran del acoso inicial de los cazadores y aprendieran a defenderse".

Buenas jornadas

Esta circunstancia ha deparado un embellecimiento de la actividad, ya que los animales han sabido cómo hacer frente a los cazadores. Aún con todo, muchos aficionados han obtenido un buen número de presas, sobre todo, por el alto número de ejemplares que han poblado los montes aragoneses.

La perdiz se ha convertido en la auténtica protagonista de la veda de caza menor. En esta temporada ha estado muy presente en los montes de Aragón con lo que esta campaña se puede calificar como mejor que las anteriores. "Las lluvias caídas antes de la sequía veraniega han permitido que criara muy bien en zonas como Mediana, Valmadrid, Muniesa, el Moncayo o en la parte de Paniza a Cariñena", según explicó José María Arranz.

La liebre también se ha dejado ver en zonas de frutales y de viñedos, ya que allí han podido protegerse mucho mejor de los predadores, pero apenas se han visto en zonas más limpias de vegetación o de arbolado. Por contra, montes que habían sido conejeros hasta hace muy pocos años han visto casi desaparecer esta especie, fundamentalmente a consecuencia de enfermedades como la neumonía vírica y la conocida mixomatosis.

A finales del pasado año, el Ministerio de Medio Ambiente firmó un convenio para poner en marcha cuanto antes una vacuna para atajar estas enfermedades. A este respecto, según advirtió Arranz, "si fuera posible desarrollarla durante este año se recuperaría el conejo, y con él las grandes rapaces especialistas, así como el lince, que también se ha visto afectado". La extinción del conejo es nefasta para el equilibrio del hábitat. Aunque estas enfermedades no afectan directamente a otras especies, sí les perjudica de forma indirecta, ya que provoca que muchos predadores estén cambiando su dieta.