La experiencia decelera la pasión, suaviza el narcisismo en las horas buenas y sofoca las angustias en las malas. Los años no pasan en balde y aunque al CAI todavía no se le han caído los dientes de leche ya no se asusta en la montaña rusa de sentimientos en la que le obliga a existir la loca LEB. Sabe que el paso del blanco al negro, del desastre a la fiesta, es un continuo devenir en su penitencia hacia la ACB y que sólo debe observar hacia sí mismo para volver al carril correcto. La mirada retrospectiva, la referencia de dos años convulsos desde su nacimiento, da ese sosiego a un vestuario sordo ante las señales de alarma de las últimas derrotas y que propone la unión y la fe en los planes del técnico como cimiento para la progresión en la que todos confían. Contra los malos resultados, buena cara y trabajo a destajo.

Las palabras de Quintana, su autocrítica general hacia la falta de espíritu competitivo y concentración, no son corregidas por sus pupilos. La concordancia entre todos los discursos, la unanimidad en que el equipo tiene que ganar en madurez, calma y regularidad sobre la pista para recuperar los resultados y los puestos de altura, se extiende en todos los escalafones de la jerarquía del vestuario. "Le doy la razón. Tenemos que estar tranquilos y seguir trabajando", apunta Urtasun. "Decir que debemos ser humildes no es la palabra más adecuada, pero debemos escuchar al técnico y trabajar juntos. Debemos recuperar el nivel de juego y ganar un par de partidos", argumenta Ciorciari.

Cooperación

Todos se alían por el bien común y estrechan sus manos para lanzar un grito de optimismo hacia la grada. El viernes, ante Melilla y con Galilea recuperado, la llamada a la unión debe verse sobre el parqué del Príncipe Felipe. La buena predisposición es básica para recuperar el terreno perdido y su traducción en hechos, en victorias, pasa por sudar la camiseta en cada entrenamiento y recoger los frutos del sacrificio durante los partidos de la LEB. Bajo esa línea de trabajo se presentó ayer Borja Fernández, un hombre que elevará el nivel combativo de la plantilla. "Seguir hacia delante y conocernos mejor. Eso es lo que debemos hacer. Hay que aprender de los errores y así encontraremos los resultados que necesitamos para recuperar la moral. Tenemos que sacar esto adelante y lo haremos todos juntos, unidos", medita el aragonés Jesús Cilla.

La cooperación y la solidaridad es la vertiente por la que se debe escalar puestos y mejorar la compenetración y la concentración. "Tenemos que conseguir jugar 40 minutos como equipo. Lo queremos hacer bien. Quizá lo que está pasando no nos viene mal para ponernos las pilas y trabajar más duro", respondió Ferrer. "Si hubiéramos ganado los partidos que perdimos de forma ajustada ahora nadie diría nada. Hay que tener calma", resaltó Cilla.

Optimismo en pasado

Ferrer es uno de los pocos supervivientes de la última versión del CAI, que avanzó por la Liga con el mismo y tembloroso paso inicial (Julbe también contó un 2-4 de inicio) y rozó el ascenso en Granada. Su visión temporal le otorga un mayor valor para el análisis. "El equipo del año pasado jugaba más en grupo. Ahora abusamos de las individualidades", razonó el andaluz. Diego Ciorciari, el más veterano en el Príncipe Felipe, también compara ambas perspectivas. "El año pasado el equipo estaba menos unido", finalizó Ciorciari. La unión hace la fuerza. Así lo cree el CAI.