Los sentimientos ciclistas en Colombia son tan intensos, tan efervescentes, que cualquier corredor de aquel país se lo debe pensar dos veces antes de atacar al líder. Y debe hacerlo con frialdad aunque sea subiendo veloz un puerto con la calentura de la competición. Un error, un fallo, no calcular las consecuencias puede sepultar al ejecutor, noquear al compatriota, si el movimiento luego no fructifica y un extranjero coge la 'maglia rosa'. Incluso perjudicar los intereses de una marca comercial, como es Movistar en Suramérica, tal como sucedió años ha, con la ONCE y Banesto cuando Laurent Jalabert y Alex Zülle atacaban a Miguel Induráin en el Tour. 1995 fue la fecha.

Por esta razón, este sábado en Oropa y posiblemente en las próximas citas del Giro hasta que Rigoberto Urán, en el caso de que suceda, se desprenda de la 'maglia rosa', nunca será Nairo Quintana el primero en azotar a su compatriota. No puede hacerlo. No se moverá nunca hasta que lo haga otro. Y más, mucho más, si quien ejecuta el primer demarraje serio es Domenico Pozzovivo, el más fuerte (el único) en los Apeninos y este sábado el primero que se ha movido para azotar a Urán, un líder que ha mostrado flaqueza, que ha exhibido dudas, hasta el punto de no responder a Cadel Evans, cuando el australiano apretó el pedal del acelerador en los metros finales, ya en los adoquines del santuario mariano de Oropa.

Es este un Giro donde todos se lo piensan dos, tres, cuatro y hasta cinco veces a la hora de atacar, donde el aficionado echa en falta demarrajes mínimamente alejados de la meta, donde se ha circulado demasiado a rueda durante las dos primeras semanas de competición. Es esta una ronda italiana que, por ahora, está dejando un regusto amargo. Ni Urán, en Oropa, ni Evans, en la contrarreloj, en teoría su territorio, han demostrado ser los dominadores que parecían. Pozzovivo siempre ha sido un corredor al que le ha faltado la chispa final para convertirse en una estrella, Rafal Majka y Fabio Aru parecen demasiado jóvenes y Quintana, dañado en la caída de Montecasino, causa del abandono de Purito Rodríguez, al que se le echa en falta, corre mermado por los antibióticos, catarro inoportuno.

Estas dudas generales, unidas a las de Urán, alimentan la intensidad y el suspense en la última fase de competición que se inicia mañana con la subida a Montecampione, que proseguirá el martes con la etapa reina y se ampliará hasta el sábado con el ascenso a las paredes verticales del Zoncolan.

La diferencia de Urán, siendo importante en relación, sobre todo a Pozzovivo y Quintana, igual no le resulta suficiente. El Giro está vivo, aunque hasta ahora no haya resaltado demasiado, una ronda italiana donde los escapados, como Enrico Battaglin en Oropa, también recogen los frutos de los triunfos de etapa.