Usain Bolt no merecía una despedida tan dolorosa. Una contractura muscular en el bíceps femoral izquierdo en la última recta de su vida deportiva dejó al hombre más rápido del planeta tumbado sobre el tartán en la final del relevo 4x100. Bolt recibió el testigo de Yohan Blake por detrás de Gran Bretaña, que ganó con un nuevo récord nacional (37.47), y del cuarteto estadounidense liderado por el flamante campeón de los 100 metros, Justin Gatlin. Intentó remontar, pero a los 30 metros, el Relámpago sufrió un calambre y ahí acabó todo, incluida la fiesta posterior.

Todos los diarios e informativos locales se hacían eco ayer de tan inesperado desenlace y, sobre todo, del enfado monumental de los jamaicanos con la organización. «Estuvimos más de 40 minutos en la cámara de llamadas, aguantando el aire acondicionado, acabamos helados», aseguró Blake. «De hecho, Usain me comentó que aquello era una locura, tuvimos que esperar a que concluyeran dos ceremonias de medallas antes de salir a la pista». La celebración de la plata lograda por Mo Farah y su vuelta de honor se alargaron más de la cuenta y la famosa puntualidad británica brilló por su ausencia. El disparo de salida del relevo corto se produjo con más de 10 minutos de retraso.

CELO ORGANIZATIVO

No ha sido este el único problema causado por los excesos de celo organizativo. El español Javier Guerra se quejaba al final del maratón de una situación parecida. A los maratonianos les encerraron en la cámara de llamadas con más de media hora de antelación. La mayoría no pudieron calentar, entre ellos Guerra, el mejor maratoniano estatal del último lustro. «No quiero ponerlo como excusa, pero a mi personalmente me afectó y supongo que habría obtenido un mejor resultado sin este contratiempo», aseguró el corredor segoviano.

Aparentemente, también hubo exceso de celo en el caso Makwala, cuando se impidió competir al velocista botsuano como consecuencia del brote de gastroenteritis que afectó a 40 atletas participantes en este Mundial.

Bolt, el atleta al que siempre han sonreído los dioses, acaba su carrera deportiva de una manera que no ha satisfecho a nadie. Algunos, como Justin Gatlin, aseguran que el Rayo volverá a la alta competición. Seguramente por su propio interés: el duelo, ahora mismo imposible entre ambos atletas, les proporcionaría un cheque importante.

El mundo del atletismo, en todo caso, se ha deshecho en elogios para el atleta más carismático de la reciente historia. Quizá la definición más cariñosa y emotiva sobre el carácter y la personalidad de Bolt la ha dado el velocista Darren Campbell, campeón olímpico en Atenas-2004 con el relevo británico de 4x100. «Bolt trata por igual a un gran dignatario que al hombre más pobre del mundo. Esta habilidad le hace único».

Justin Gatlin, su verdugo en los 100 metros y de momento el maldito oficial de este deporte, aseguró: «Bolt es todavía el mejor. Se ha visto perjudicado por los elementos y espero que se recupere pronto». El estadounidense de 34 años alberga aún la esperanza de que Bolt vuelva a las pistas. «Quiero ganar mi millón de dólares y espero que regrese a la competición. Necesita a sus fans y estos, al mejor de siempre».

El jefe de todo este tinglado, el británico Sebastian Coe, quiere que las nuevas estrellas sigan su ejemplo y pide que se mojen, como ha hecho el jamaicano. «El atletismo necesita personajes tan abiertos y comunicativos como Bolt», y señaló a los agentes de atletas como los responsables de cortar, demasiadas veces, su iniciativa y su franqueza.

«Estuve chateando con Usain tras la final de 100 metros y le dije que me gustaría contar con él, sobre todo para promover este deporte entre los jóvenes. ‘Lo que tú digas, jefe’, me contestó».