El Valencia perdió el martes con el campeón de la Copa del Rey y ganó el viernes al campeón de Europa. Con la lección bien aprendida y sin distracciones de ningún tipo, el equipo levantino fue inasequible para el Oporto y se adjudicó su segunda Supercopa de Europa con goles de Baraja y Di Vaio (1-2).

La puesta en escena del equipo de Claudio Ranieri no tuvo nada que ver con la de la decepcionante noche ante el Zaragoza. Ante un rival al que Víctor Fernández quiere convertir en algo más dinámico en ataque y menos plomizo que el que dirigía José Mourinho, el Valencia volvió a ser un conjunto rocoso y tuvo el instinto asesino que le llevó a reinar en la última Liga. En momentos en los que los delanteros valencianistas no lograban encontrar a nadie, fue Baraja el encargado de abrir una defensa en la que el hueco que ha dejado Carvalho es muy visible. El centrocampista del Valencia apareció para conectar desde el punto de penalti un cabezazo grandioso a pase de Rufete (m. 33).

SIN REACCION Con el partido en la situación soñada, el Valencia no tuvo problemas para salir de la presión que ejercía el Oporto, que no es lo que era, sobre todo por la marcha de Deco. Sólo el brasileño Carlos Alberto obligó a Cañizares a esforzarse. Lejos de encerrarse, el Valencia mandó más que nunca y tuvo en Vicente el jugador desequilibrante que suele convertirse en una pesadilla para su marcador. De un centro exquisito del exterior valencianista nació el segundo gol, obra de Di Vaio con un cabezazo picado (m. 67). El delantero italiano comienza a justificar su fichaje. No así Corradi, con verdaderos problemas para controlar cada balón. El portero del Valencia puso la emoción tras reaccionar tarde ante un disparo lejano de Quaresma (m. 78), pero el campeón español no volvió a pasar apuros ante un Oporto conformista.