Uno perdió el control en la pista y el otro, fuera. Uno se sintió protagonista de una de las remontadas y proezas más grandes del deporte y el otro aprovechó el momento para vengarse de todos los males que le ha producido su adversario. Uno, Marc Márquez (Honda), que era uno o dos segundos más veloz que el resto, debió medir mejor sus fuerzas, su poder, su fogosidad y hacer las cosas con más cabeza y paciencia, aunque el incidente ocurrido en la parrilla de salida pudo haber influido en su excesiva precipitación en carrera.

Valentino Rossi (Yamaha) debió aceptar las disculpas del tetracampeón catalán, haberle criticado, por supuesto, pero nunca dar a entender que Márquez es un peligro para MotoGP, cuando ha sido, desde su aparición en el 2013, una auténtica bendición para el campeonato (como lo es el Doctor, por supuesto), demostrando ser superior a los demás al conquistar, siempre legal y limpiamente, cierto, con un estilo muy agresivo, cuatro de los últimos cinco títulos mundiales.

Márquez admitió haberse precipitado en la carrera de Argentina. Pero lo reconoció más en el choque e incidente con Aleix Espargaró («iba varios segundos más veloz que él y no medí bien la distancia»), pero nunca en el encontronazo con Valentino Rossi «pues ahí mi moto entró en un charco de agua, se bloqueó la dirección y tuve que soltar los frenos», valoró para explicar el derribo a Vale.

Pensar, como dice Rossi, que Márquez lo hizo expresamente es antideportivo, injusto, por parte del campeonísimo italiano y, sobre todo, da idea del dolor que siente Rossi, que lleva persiguiendo su décimo título mundial desde 2009 y al que la aparición de pilotos como Casey Stoner, Jorge Lorenzo y Marc Márquez se lo han ido retrasando año a año.

No es Rossi la persona más adecuada para decir que Márquez hace lo que le da la gana y no tiene respeto por sus compañeros de parrilla. Si alguien ha hecho hasta la fecha lo que ha querido ha sido el campeonísimo italiano, siempre protegido por la organización del Mundial, por la compañía Dorna, que, lógicamente, lo considera no solo el auténtico icono de este deporte y del espectáculo televisivo, sino la imagen misma de MotoGP. No es Rossi el más adecuado para hablar de limpieza. Que se lo pregunten a Sete Gibernau o a Casey Stoner.

Y sobre la petición de Rossi, Massimo Meregalli y Lin Jarvis de una sanción más grave a Márquez, solo recordar que, en Malasia-2015, cuando Rossi le dio una patada a Márquez (muchos, en Italia, siguen pensando que esa coz nunca existió), el italiano únicamente fue castigado con salir el último en el siguiente gran premio, en Valencia, pero mantuvo los 16 puntos de la tercera plaza de la carrera de Sepang, en la que tiró a Márquez. El alocado comportamiento de Márquez en Termas de Río Hondo le supuso, justamente, al catalán su primer cero de la temporada.

Muy pocos en el paddock del Mundial piensan lo que piensa Rossi sobre Márquez. Y son muchos los que piensan en pilotajes alocados como, a veces, los de Jack Miller, Johann Zarco o Danilo Petrucci. Ningún piloto quiso hablar, en la noche del domingo, del nuevo pique Rossi-Márquez. Ni Jorge Lorenzo ni Maverick Viñales pronunciaron palabra alguna. Andrea Dovizioso se limitó a decir la verdad, pura y dura: «Cuando uno es tan superior como lo era Marc en carrera, debe hacer las cosas con más cabeza. Marc, en ese sentido, ha gestionado muy mal su superioridad».

Y, si quieren conocer una opinión de experto, lean lo que dijo Aleix Espargaró, con 215 grandes premios en su mono: «Petrucci me golpeó mucho más fuerte de lo que Marc hizo con Valentino y nadie le dijo nada. La sanción a Marc me pareció justa, pero mucho peor fue lo de Petrucci y no le ocurrió nada».

LA ESTRATEGIA / Es evidente que en las manifestaciones de Rossi no solo hay ganas, intención, de colocar a Márquez en el banquillo de los acusados, sino también deseos de intimidarlo para que deje de correr con la agresividad que corre y, sobre todo, con la determinación que muestra en cada una de las carreras.

Es posible que Rossi se percatara en Argentina de lo que ya se dio cuenta su colega Andrea Dovizioso en la primera cita de Catar: Márquez y Honda forman este año una pareja casi invencible. Hay que tener en cuenta que Dovi, en Doha, en un trazado propicio para su Ducati y su pilotaje, en un circuito donde la Honda y Márquez siempre han tenido problemas, solo pudo derrotar al tetracampeón por 60 centímetros, por 27 milésimas de segundo. Es más, al acabar la carrera, Dovi dijo: «Algo irreal ha tenido que hacer Marc para poder estar conmigo hasta el final».