España dudó, pero acabó tomando el camino apropiado para progresar adecuadamente en la Eurocopa. Un gol de Valerón nada más saltar al terreno de juego en el segundo tiempo dio el triunfo a la selección de Iñaki Sáez, que navegó durante muchos minutos entre sombras. El jugador canario, reclamado por miles de los aficionados que acudieron a empujar a la selección española, arregló un resultado que sólo puede llevarla a crecer en las citas venideras.

Con la buena presencia de ánimo prometida, España arrancó dejando la impresión de que Rusia no iba a tardar en desmoronarse ante la decisión con que Raúl tomó el mando de las operaciones. Dos acciones del delantero del Madrid, responsabilizado en su papel de líder indiscutible, transmitieron las mejores sensaciones. Optimas para España y penosas para Rusia, que confirmaba de entrada las predicciones sobre su carácter voluble, propenso al desmoronamiento. Un rasgo propio de un equipo que ha tratado de rearmarse a la carrera para llegar a esta cita con un aspecto presentable.

ESCASAS LLEGADAS Pero todo lo que de esperanzador tuvieron los minutos iniciales para el grupo de Iñaki Sáez se tornó en confuso con el paso de los minutos. Con los rusos replegados en dos líneas muy juntas, con escasas fisuras selladas con un buen número de faltas y tarjetas, España dejó de dar buenas noticias y sus llegadas se espaciaron hasta desaparecer en el último tramo del primer tiempo, justo después de que Etxeberría desperdiciase la mejor ocasión en ese periodo después de una buena jugada de Vicente. El balón quedó muerto a sus pies tras un rechace de Ovchinnikov a cabezazo de Morientes y el jugador del Athletic, con el portero vencido, pegó al suelo cuando lo más sencillo parecía meter la pelota dentro.

Fue uno de los pocos ataques con sentido que España pudo dibujar antes del descanso. Casi todos fueron obra del rápido y ambicioso Vicente, el único de mediocampo para arriba que confirmaba el cartel de jugador del momento que se le otorgó antes de venir a Portugal. En la otra banda, Etxeberria encadenaba torpeza tras torpeza sin que se adivinara nunca una buena salida por más que Baraja se empeñara en abrir hacía allí con pelotazos de 50 metros siempre con la defensa rusa bien orientada y sin problemas para resolver el peligro.

En pleno proceso de degradación pilló a la selección el toque a rebato de los rusos, con Alenichev como como caudillo visible. El jugador del Oporto contestó a la ocasión malograda por Etxeberría con un eslalon desequilibrante y se plantó muy solo ante Casillas. El portero del Real Madrid no le perdió la cara y, en uno de sus habituales gestos de frialdad, sacó una mano salvadora. El riesgo corrido aturdió aún más a España, que llegó al intermedio hecha un verdadero lío.

En esos minutos reparadores todo el mundo pensó en Valerón. Sáez llevaba ya tiempo haciéndolo. Los más atrevidos se plantearon también la posibilidad de que entrase Torres y Raúl se quedase en el campo. Una posibilidad que el seleccionador sólo contempla para cuando las cosas se pongan poco menos que imposibles. No era el caso y la segunda mitad empezó como acabó la primera. Nada cambió, aunque pudo haberlo hecho si Raúl, desaparecido desde los minutos iniciales, llega a cabecear con acierto el primer centro bueno de Etxeberria.

EXIGENCIA EN LA GRADA Así que a los cinco minutos la gente se puso a reclamar a voz en grito la presencia de Valerón. Sáez reaccionó y dio entrada al canario en lugar de Morientes y a Xabi Alonso por Baraja. Como tocado por los dioses, la primera aparición del mediapunta del Deportivo de La Coruña tuvo un efecto milagroso. Puyol progresó por la derecha, centró al área, Etxeberria dejó pasar entre las piernas y el balón llegó a Valerón, que lo administró con frialdad para acabar marcando.

Un gol que dio a España la suficiente serenidad como para llegar al otro lado de la orilla sin mayores sobresaltos, ya con Torres en el campo. Al rojiblanco no le había reclamado nadie, pero fue recibido con entusiasmo cuando relevó a Raúl. Un cambio significativo que propició que el niño se dejase ver en una de las jugadas del partido, en la que Sharonov sólo pudo pararle de mala manera cuando iba a encarar al portero. Fue el penúltimo acto de un choque que debió acabar en una victoria más amplia por las ocasiones que España gozó al final.