Llega puntual y con aire tranquilo, como si nada de lo que ocurre a su alrededor le afectase antes del derbi (Camp Nou, 20.45 horas). Ni el frustrante mercado de fichajes con desconcertante final, ni las dudas sobre la continuidad de Iniesta, su capitán, ni siquiera que Messi, el pilar de todo, no se haya hecho aún la foto con el presidente. Ernesto Valverde llega silenciosamente y en menos de media hora espanta el estruendoso ruido, y sin fin, que sacude a diario al Barça, deprimido como anda desde inicios de agosto cuando Neymar se marchó al París SG sin que la junta detectara en estos meses que una de sus estrellas planeara tranquilamente esa salida. Llega el Txingurri a la sala de prensa de la ciudad deportiva de Sant Joan Despí y, de pronto, se hace la paz en un club tradicionalmente bélico, inmerso además en una moción de censura.

Pero el balón, tras dos semanas de desengaños por el mercado, rodará esta noche en el Camp Nou con el derbi. Y Valverde, tan puntual como es que pilla incluso a algunos periodistas desprevenidos llegando tarde a la cita, no pierde la calma. Tampoco se altera cuando el club no logró, como él había pedido tras ganar en Vitoria al Alavés, que le mejorara la plantilla. «El equipo que tengo ahora mismo es el mejor del mundo», dijo el técnico, asumiendo así, sin queja alguna, el mensaje que le trasladó la directiva. «Tengo una plantilla extraordinaria, estoy contento con lo que tengo», añadió en su primer capítulo de técnico de club.

No fue el único. Ni tampoco será el último. Todavía no lleva dos meses en el Camp Nou, pero maneja y controla los resortes del entorno, más de lo que se cree. Le interesa el derbi («es prioridad absoluta, ellos saldrán muy fuertes, debemos estar muy atentos», advirtió a sus jugadores), pero sabe que debe ir, poco a poco, apaciguando ese tenso ambiente que se ha instalado en el club.

«Lo mejor del mercado de fichajes es que se ha terminado ya», dijo aliviado y, a la vez, cansado de ese carrusel de ilusiones que se esfumaron. Ni Coutinho, ni Di Maria. Pero sí tiene a Dembélé, el más caro en la historia del Barça. «Cada día lo he visto mejor, más integrado en el juego. Es un chaval de 20 años, muy joven, necesita un poco de tiempo para asentarse», reconoció Valverde.

QUIQUE Y LAS DIFERENCIAS

Llega un nuevo derbi y las estadísticas vuelven a tomar protagonismo para destacar la mala racha de un Espanyol que no gana en el Camp Nou desde el 2009. Con Chen Yansheng el club ha adquirido una nueva dimensión, pero sin alcanzar esa grandeza que se vaticinaba en su desembarco. Recién cerrada la plantilla y con una inversión menor de la deseada en fichajes, el equipo de Quique Flores asume el reto de triunfar en el feudo enemigo.

El técnico perico apeló ayer a la vía emocional antes del primer derbi del curso. «Es un partido que vale tres puntos como los otros, pero a nivel emocional nos envuelve. Todos tendremos sentimientos fuertes, sabemos lo difícil que es ser del Espanyol en Barcelona», apuntó Quique en el inicio de su comparecencia, una hora antes de trasladarse al Camp Nou para hacerse la foto con Ernesto Valverde. El míster recordó otros duelos similares, como los vividos en su etapa en la capital. «Hay una diferencia emocional. El Espanyol se siente más arrinconado en Barcelona que el Atlético en Madrid».

El objetivo es que el Barça se sienta incómodo, con un control colectivo sobre Messi, con quien se abrazó el pasado año, algo que no gustó a sus hinchas. No se repetirá. «Aquello ya no tiene más importancia. A unos les gustó y a otros no. No hago las cosas para satisfacer sino para respetar a la gente. Leo es la influencia. Donde él esté existe el peligro».