La Flecha Valona, la segunda de las tres clásicas de las Ardenas, territorio belga, ha hecho famoso el muro que resuelve la carrera. Hasta el Tour de Francia ha considerado incluirlo en su recorrido. El muro recibe el nombre de Huy, una impresionante cuesta de poco más de un kilómetro, de las que dañan las piernas. Si se pasea por ese muro, se observan las casas y las capillitas para rezar como si su ascenso fuera una procesión. Pero ese muro tras cinco victorias de Alejandro Valverde, cuatro de ellas consecutiva, en las últimas cuatro ediciones, debería cambiar de nombre, desistir de llamarse Huy para ser bautizado a partir de ahora como el Muro Valverde o Muro El Bala, cualquiera de las dos denominaciones vale.

Valverde es eterno. Ya no hay dudas. La semana que viene cumplirá 37 años pero sigue siendo un corredor de futuro, un joven ciclista con oportunidades a su alcance, capaz de sorprender, de vivir en una juventud sin fecha de caducidad. El domingo cerrará en la Lieja-Bastoña-Lieja, la más importante de las tres clásicas de las Ardenas, su primera parte del calendario donde ha ganado las vueltas a Murcia, Andalucía, la Volta a Cataluña y en el País Vasco... y la Flecha en la que ha sido su primera exhibición internacional. En junio volverá, primero en el Dauphiné para ajustar el motor y luego al Tour, como ayudante de Nairo Quintana, pero siempre predestinado a sorprender en la única carrera que se le ha resistido. Pero da igual, Valverde se ha ganado un puesto en el olimpo ciclista haya triunfado o no en París.

Los compañeros del Movistar trabajan y se entregan a él sin rechistar. Dicen que aún nadie le ha escuchado una palabra fuera de tono contra sus gregarios. Y ya lleva década y media en el pelotón. Son sus compañeros, como José Joaquín Rojas, los que le abren camino, en la Flecha Valona, los que le controlan la carrera para que él ejecute la victoria.

HASTA PARECE FÁCIL / Viéndolo hasta parece que sea fácil, que el muro de Huy en vez de ser una cuesta de odioso porcentaje sea territorio llano donde Valverde a falta de 200 metros lanza un pequeño ataque, como si nada, para cruzar la meta y tirar al aire una flecha imaginaria. Parece fácil. Pero no lo es. Es como subir una rampa de garaje con 1.000 metros de cuesta. Solo de imaginárselo se ponen los pelos de punta. «Estoy en un gran estado de forma y había que aprovecharlo. He ganado por confianza», declaró en Bélgica.

Ya supera a Eddy Merckx en dos victorias en la Flecha Valona y dentro de un año volverá a ser el favorito en su flechazo por territorio belga. Valverde figura como pichichi del ciclismo mundial en la temporada con 10 victorias, que abrillantan sus 107 triunfos como profesional. Gran aportación además para el Movistar, que ya suma 19. «Estábamos convencidos de que podíamos ganar y el equipo ha estado trabajando desde el kilómetro cero para llegar juntos al final. Ganar es muy complicado porque solo lo hace uno, pero la verdad es que es una carrera a la que le tengo cogida la medida», explicó. El domingo a Lieja. «¿Ganar? Ya veremos», declaró ayer.