Será porque es un adicto al fútbol. O porque no encuentra una ocupación mejor que trabajar. O quizá carece de aficiones que llenen su tiempo libre. O las tres cosas, y más, a la vez. Pero Louis van Gaal, cumplidos los 62 años, está a punto de disfrutar su primer Mundial, lo cual suele ser la guinda a una carrera, y se ha buscado un nuevo trabajo para el futuro. Mucho más intenso que el actual: resucitar al Manchester United. "Si Van Gaal dice a las dos, es a las dos", bramó una tarde de julio de 1997 en Varberg (Suecia) en su tercer día de trabajo con el Barça.

"Me jubilaré a los 55 años", sentenció más tarde. Ni fue a las dos --rompió el horario de las ruedas de prensa que había establecido y provocó un plantón de los periodistas en el inicio de una relación tormentosa-- ni se ha retirado a la edad prometida, ejemplos de que los dogmas no son inquebrantables. Aunque procedan de una voz tan grave como la de Louis van Gaal (Amsterdam, 1951), a quien no se le ha dulcificado el humor. Lejos de ser un pensionista que se entretiene mirando obras por las calles, el seleccionador de Holanda arrastra un considerable retraso en la segunda profecía. Cuando aterrizó en el Camp Nou, tenía 46 años y las ideas claras: calculaba haber saciado su palmarés en nueve años.

Un lugar para viejos

No fue así. Incumplió la palabra dada, y tal vez para compensar a Truus Opmeer, se casó con ella en el Algarve, uno de sus refugios favoritos, a los 14 años de haber iniciado la relación. Se desconoce si la pareja de Van Gaal acepta la prolongación laboral de su esposo o solo la soporta; tampoco se supo si Cathy Holding prefería que sir Alex Ferguson se desfogara en Carrington chillando a los muchachos rojos del United hasta los 71. Old Trafford es un lugar para viejos: David Moyes (51) fue despedido y a Ryan Giggs (40) solo le dejaron juguetear para terminar la temporada. Lo que hizo Van Gaal en el 2006, el año en que debía empezar a percibir los réditos de la vida activa, fue seguir entreteniéndose con el AZ Alkmaar, el club más modesto que ha dirigido, para restañar los dos fracasos más grandes que había sufrido y una aburrida estancia de dos años en los despachos del Ajax.

Louis volvió al piso de abajo, al humilde confín de Alkmaar, y la conquista de la Eredivisie (2009) le catapultó de regreso a la élite. Al Bayern. Tres títulos más consiguió en Múnich (16 acumula, con los 8 del Ajax y los 4 del Barça) antes de disponer de una segunda oportunidad al frente de la selección naranja.

"Es el reto que estaba esperando", reconoció. Lo hizo tan mal la primera vez, sin lograr clasificar a Holanda para el Mundial-2002 de Japón y Corea, y se esmeró tanto que tuvo el honor de ser el primero que se clasificó para Brasil. Aquella misma noche del 10 de septiembre, rubricaba el pase antes de sellar también una espectacular fase con 9 victorias y un empate. La promesa de jugar siempre al ataque tampoco la cumplirá. Aunque sea una vez y el España-Holanda signifique la excepción a la regla. El hombre que se describió a sí mismo en el Barça como "una madre de una familia numerosa" para gestionar el vestuario, meticuloso como pocos (tiene tres técnicos dedicados solo a los rivales), lleva meses pensando en cambiar de sistema; "después de perder en marzo frente a Francia", desveló Arjen Robben, a quien consultó.

Como a Patrick Kluivert, uno de sus ayudantes, Frans Hoek, el preparador de porteros, y Andries Jonker, analista, que mantienen las antiguas reminiscencias del Barça. Una teoría explica que Van Gaal aparta el 4-3-3 (marcó 34 goles en la clasificación, el segundo más goleador tras Alemania) por el 5-3-2 gracias a los buenos resultados de Koeman en el Feyenoord. Hay indicios que lo insinúan: el Feyenord es el equipo con mayor representación en la oranje, con cinco futbolistas: cuatro defensas y el centrocampista Jordy Clasie, que pelea por la titularidad con Fer y De Guzman para juntarse con De Jong en el centro. "Seguimos siendo la escuela holandesa, pero sin jugar tan abiertos en defensa", aclaró Robben, que acepta encantado la tesis del técnico tras el fracaso que supuso la Eurocopa del 2012. Holanda se despidió con tres derrotas en la primera fase y la federación rescató a Van Gaal, brindándole la posibilidad de limpiar la mayor mancha de su carrera deportiva. Mayor que su breve segunda etapa en el Barça y que la final perdida de la Champions ante su amigo Jose Mourinho en el Bayern-Inter del Bernabéu. El reencuentro en la Premier promete. Igual dentro de poco esa relación ya no es tan positiva como ahora.