Lo siento, pero la escapada a la playa tendrá que esperar. Si tenían algún plan hecho, aplácenlo para dentro de un par de semanitas. Mañana no toca. Coloquen la toalla de nuevo en el armario, dejen el bañador en el cajón, y vayan sacando la bufanda y la camiseta colorada. La única cita, ineludible, es en el Príncipe Felipe a las 19.00 horas. Lo demás es secundario. El CAI está por encima de todas las cosas, le necesita para seguir creyendo en la ACB. Los ateos a la religión roja , si alguno quedaba, se reconvirtieron ayer al ver cómo el equipo de Julbe renunciaba a entrar en el ataúd y resucitó de un salto de rabia para seguir teniendo fe en que la batalla no está acabada. El CAI no se rinde . Era el lema numantino impreso en la pancarta de los Inchas Lleons para recibir con un mosaico a sus héroes. El escueto mensaje llegó a su destinatario.

Ya casi no sorprende, aunque sea sorprendente. 11.000 almas guiaron de nuevo al CAI en mitad de la adversidad, del mazazo del 2-0. El Infierno fue rojo fuego, caliente, calentísimo para quemar en una hoguera de pasiones al Granada. "Está lleno. No hay un hueco libre", comprobaba boquiabierto un compañero de la prensa granadina. "Esto es un marco ACB", afirmaba otro. ¿Alguien lo dudaba?

Un trasvase especial

El pabellón aguardó, expectante, a ver qué hacía su equipo, pero luego se esforzó por empujar al CAI hacia la victoria y sufrió con los tumbos que el marcador ofrecía. El CAI se va de diez. El Granada se pone a dos. Otra vez nos vamos. Otra vez nos alcanzan. Demasiado para el corazón. Hasta que al Bicho albiceleste le dio por rematar la faena. El triple de Lescano supo a gloria y accionó un muelle de felicidad en todas las butacas. En ese momento, si alguien pensaba qué hacer la tarde de domingo se le despejaron las ideas. Primero nos vamos al baloncesto y luego al fútbol, a ver al Zaragoza y a Ronaldinho. Pero primero al CAI. Mañana, habrá un trasvase especial entre el Príncipe Felipe y La Romareda.

La pasión, el sentimiento, la ilusión, el amor... emergieron en una estampa insólita, pero tremendamente locuaz de lo que es ser caísta. Más de 100 personas aguardaron la salida de los jugadores para enseñarles cara a cara su apoyo incondicional. Salía Mesa, ovación. Salía Otis, un estruendo de aplausos. Salía Ferrer, griterío. Salía Lescano, la locura... Autógrafos, fotos, mil peticiones de alegría, síntomas inequívocos de que la gente estaba con ellos ayer, hoy y mañana y lo estará siempre que quede un hilo minúsculo de esperanza. "Fírmame aquí, en la camiseta", insistía una muchacha a Ferrer con el 14 del Bicho estampado en la espalda y en el corazón. Esta manifestación espontánea de caísmo demuestra que la Marea Roja no se rinde, y que no necesita mucho para romperse la garganta y las manos si el sacrificio se traduce en tener una opción de ACB. El dulce sueño está ahí, a dos victorias, al alcance de la mano. No es una misión imposible. Mañana puede estar un poco más cerca. No se puede faltar. Y no faltarán.