Alejandro Carbonell sueña con ser uno de los mejores jugadores españoles de hockey hielo. Formado en la inagotable cantera del Club Hielo Jaca, hace tres años se lanzó a la aventura y fichó por el equipo de la Liga Magnus de la máxima categoría de Les Rapaces de Gap. El año pasado regresó a Jaca y con el equipo dirigido por Miguel Baldris ganó la Copa del Rey. Sin embargo, en agosto del 2017 dio de nuevo el salto a la Liga francesa y pasó a engrosar las filas del equipo de segunda categoría de Les Chevaliers du Lac Annecy. «No me fui por dinero. Aquí el nivel es mejor que el que hay en España. Quería probarme en un equipo profesional».

Annecy esta en la Alta Saboya, en pleno corazón de los Alpes franceses. Se enclava entre medias de Ginebra, Lyon y Chamonix, a pocos kilómetros de la frontera con Suiza. En los días despejados casi se pueden tocar con las yemas de los dedos las nevadas laderas del Mont Blanc. Ciudad encantadora de 126.000 habitantes, tiene el segundo lago más grande de Francia tras el de Bourget y algunos la catalogan como la Venecia de los Alpes. Cerca de Annecy están algunas de las más afamadas estaciones de esquí de la cadena alpina. «La verdad es que aquí se vive bien y hay mucha calidad de vida. Mucha gente trabaja en Ginebra, que está a media hora en coche. A las cinco de la tarde hay un atasco enorme de toda la gente que regresa de Ginebra de trabajar. La ciudad crece cada año 1.000 personas por la bonanza económica», dice.

Su habitantes son abiertos y agradables. «Tienen sus particularidades. Están en la Alta Saboya y enseñan orgullosos su bandera, un poco como sucede en Cataluña», reconoce. Carbonell añora mucho su ciudad natal. «Me acuerdo mucho de mi familia. En Jaca se come muy bien en todos los sitios y echo mucho en falta salir con los amigos para comer en restaurantes. Lo que más extraño es la tortilla de patata de mi madre. La intento imitar lo máximo que puedo, pero nunca me sale igual», dice con tristeza. Todo es más caro en esta zona de los Alpes franceses en comparación con Jaca. «El salario mínimo es de 1.430 euros. Un menú del día cuesta 20 euros, una pizza 15 euros, una jarra de cerveza 8 euros...», explica.

En Annecy vive con tres compañeros del equipo en una casa alquilada. «Son tres franceses y cada uno tiene su habitación. Como en casa no se está en ningún sitio. Esta claro. Pero me han apoyado mucho en mis momentos complicados». La comida la elaboran entre Alejandro y otro de sus compañeros. «Por suerte, la cocina me gusta e intento hacer platos de todo tipo. Hago comidas más españolas porque aquí los franceses cocinan todo con mantequilla. Les traje a los colegas jamón, chorizo que hace mi abuela de Andalucía y longaniza de Graus y les han gustado mucho», reconoce el jugador oscense.

Carbonell se encuentra en plena madurez deportiva. Nació hace 24 años en Jaca. Comenzó a jugar a hockey a los cuatro años. «Debuté en el primer equipo con 17 cuando el canadiense Bill Wilkinson era el entrenador. Estuve cinco años en el primer equipo hasta que emigré a Gap un año». Se fue a la ciudad francesa al ser Luciano Basile, el seleccionador español, el técnico del Gap. «No me lo pensé. Entrenaba con el primer equipo y jugaba partidos con el cuadro juvenil. Era mucho nivel físico y hay muy buenos jugadores en la Liga Magnus. De momento no creo que tenga el nivel para competir en esta Liga», reconoce.

Este año en Annecy ha sido complicado para el jacetano. «El equipo está en la División I, la segunda categoría. Este año ha sido difícil. Es un conjunto que no tiene entrenador. Los dos que tenemos son entrenadores-jugadores y es muy complicado llevar de esta manera el banquillo. Hacer la táctica, saber si un jugador está bien o mal... Esto no lo hemos sabido solucionar y esto pasa factura», afirma Carbonell.

Equipo amateur

En una división con 14 equipos, Les Chevaliers du Lac de Annecy está colocado en la duodécima posición. «Al Tours, el tercero de la tabla, le ganamos. Con el Anglet, el líder, perdimos en la prórroga. Con los mejores equipos han sido partidos ajustados y con los de mitad de la tabla lo hemos hecho peor». Annecy tiene una fuerte defensa y un buen contragolpe. «Físicamente no estamos como otros equipos que son profesionales. Aquí hay muchos jugadores que tienen su trabajo aparte del hockey y están cansados en los entrenamientos al haber trabajado todo el día», indica.

Carbonell juega en la posición de delantero. «Pero soy un jugador que intento ayudar en la parcela defensiva», explica. Su adaptación se complicó debido a una lesión que tuvo el pasado mes de noviembre. «Me dieron un pastillazo en la boca y me rompieron cuatro dientes. Me pusieron unos puntos en los labios y fue un follón puesto que no me aceptaban la tarjeta sanitaria europea. Estuve un mes comiendo purés y no podía hablar, ni hacer ningún ejercicio físico», sentencia.

Annecy cuenta con siete extranjeros. «Tenemos tres checos, un eslovaco y dos croatas junto a mí. La plantilla tiene 23 jugadores y posee una cantera numerosa, bastante más grande que la del Club Hielo Jaca, pero no es de las mejores de Francia. Fichan jugadores extranjeros muy buenos y no sé dónde jugaré el año que viene», concluye Carbonell, que este año se graduará en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte en Zaragoza.