Hacía un año que no llovía en un gran premio de F-1. Demasiado tiempo sin ese elemento que hace emerger virtudes y carencias en los pilotos, en los ingenieros, en los mecánicos… el momento en que brillan los mejores. Y ese es, hoy por hoy, Max Verstappen. Siempre ha tenido la velocidad, desde que debutó con 18 años, desde que ganó en Barcelona siendo casi un adolescente. Después de cinco años ha añadido madurez, consistencia, inteligencia y sigue siendo un auténtico espectáculo. «Voy aprendiendo y ahora estoy muy seguro de mí mismo», explicó el holandés, que se quedó patinando en la salida, completó un trompo completo, le colocaron los neumáticos equivocados… Y, aún así, arriesgó como el que más y falló menos que nadie para llevarse el segundo triunfo del año.

Podría haber ganado su compañero de generación, Charles Leclerc. Arrancaba décimo, pero fue remontando con una actuación malabarista. Era sexto en la segunda vuelta, y sus ingenieros le metieron en el momento justo a cambiar ruedas, coincidiendo con dos coches de seguridad virtual, hasta colocarse segundo, a punto de llegar al liderato en posesión de Hamilton, en el primer tercio de carrera. Con neumáticos lisos y la pista aún mojada, el monegasco se salió en la última curva. Gritó por radio «¡noooooo!», mientras golpeaba el volante con las manos, pero su carrera había terminado.

Hamilton se salió a continuación en el mismo sitio. Se fue también contra las mismas protecciones, pero no dejó de acelerar para entrar en boxes a las bravas con el alerón colgando. La confusión en el box de Mercedes fue monumental entre el lío de ruedas que no estaban preparadas, ni el alerón. Descendió a la quinta plaza y, además, le cayeron cinco segundos de penalización por saltarse un bolardo en la entrada a box.

EL CHOQUE DE BOTTAS

Verstappen aprovechó el lío para situarse líder con Bottas, Hamilton, Hulkenberg, Albon, Sainz y Vettel detrás cuando se cumplía la vuelta 40 de 64. Pero, cuando la pista comenzó a secarse, no todos anduvieron listos para cambiar ruedas. Red Bull y Verstappen sí lo fueron. Con el coche dañado por la primera salida y una mala estrategia, Hamilton cayó seis posiciones, y en su intento de remontar, volvió a salirse para caer a la plaza 13. A diez vueltas del final, Verstappen era líder por delante del Toro Rosso de Kvyat, Stroll, Bottas y un enorme Carlos Sainz que había pedido a gritos por radio colocar neumáticos de seco. «Veía que si arriesgaba podía tener el podio, pero lo hicieron otros que arriesgaron más. Es el quinto puesto menos alegre», explicó el madrileño.

El último golpe llegó con el accidente de Bottas, pero esta vez con muchos daños, lo que dio entrada al enésimo coche de seguridad. La dabacle de Mercedes estaba servida en el gran premio de casa, en la cita en la que conmemoraban 125 años de historia con todo el equipo vestido de época.

El accidente de Bottas dio entrada a un nuevo coche de seguridad, una oportunidad para las sorpresas de Daniil Kviat y Lance Stroll, una ventana por la que Sebastian Vettel, que había arrancado último, llegara al podio tras escalar 19 posiciones.