No está siendo un buen invierno para los montañeros. Hasta esta semana apenas había nieve en la vertiente meridional del Pirineo y en las caras nortes estaba en cotas muy altas y apenas se había formado hielo. Pero dos veteranos alpinistas de Montañeros de Aragón demostraron que no hay nada imposible. Ángel Sonseca y Fernando Orús realizaron una invernal clásica en las inmediaciones de Panticosa. Era la cara norte del Pico Sabocos, de 2.757 metros de altitud.

Sabocos se encuentra en la Sierra de la Tendeñera, un cordal de atractivas montañas calizas al sur de los tresmiles de las Argüalas, Garmo Negro y Vignemale y cuyo techo es la Tendeñera, con sus 2.847 metros de altitud. Fue Sabocos el objetivo de Sonseca y Orús. Y lograron este éxito el pasado 12 de enero. «Para nosotros fue entretenido y divertido. Es una vía para hacer en invierno, puesto que durante el verano la roca está muy descompuesta y pueden caer las piedras», explica Ángel Sonseca.

Ambos son alpinistas veteranos. Orús tiene 63 años y Sonseca, 62. «Últimamante hemos coincidido más. El tema del hielo y la nieve nos ha unido y también hemos hecho cosas con esquís». Tienen un proyecto en común. «En mayo nos queremos ir al Kazbek, una montaña de Georgia de 5.100 metros. Hay una ruta de hielo glaciar que queremos subir», afirma. Ambos no se consideran unos montañeros viejos. «Pero si no te mantienes activo, te abandonas, los kilos se echan encima y la cabeza no funciona igual. El cerebro pide relajación, comodidad y la seguridad del sofá. La montaña nos viene anímicamente bien y lo importante en la vida es ser feliz. Si hay salud, todo lo demás es posible», dice.

La idea de subir la cara norte del Sabocos la tuvo Sonseca. «Se lo dije a mi compañero el jueves y el sábado estábamos a pie de vía. Está abierta en verano desde el año 1976 por aragoneses y seguramente estará hecha en invierno. Requiere sus horas y, sobre todo, experiencia para abordar una ruta no difícil, porque la bajada tiene su miga», indica.

La aproximación la hicieron por la pista de Hoz de Jaca. «Dejamos allí el coche, nos pusimos a andar casi tres horas, pasamos el ibón de los Asnos y del Sabocos y estábamos a pie de pared a las once de la mañana. Fuimos todo el día con los crampones puestos», afirma Sonseca, que se dio cuenta que «era tarde para hacer la vía. Pero hacía buen tiempo y no hacía viento. Estábamos preparados con guantes, botas y ropa adecuada. También llevamos guantes de repuesto y el frontal. En la arista sí que nos hizo un viento desagradable. La montaña estaba en buenas condiciones de hielo y nieve dura. Había más pasos mixtos de lo que esperábamos», dice Sonseca.

Es una escalada clásica. «Es una cordada con una cuerda en simple y se van haciendo reuniones. Cada 50 metros se hacen tramos. Al final hicimos nueve reuniones, con una media de 50 metros por cada una. La parte más técnica era al princio con un largo de IV+. Había tramos de 50 a 60 grados de inclinación. En total son 350 metros de escalada». Tras la zona de escalada, quedaban más de cien metros de desnivel y 300 de recorrido por una arista bastante aérea hasta llegar a la cumbre. «Eso nos costó hora y pico. Lo hicimos todo de noche. Pero conozco bien el monte, sabíamos nuestras posibilidades y no había ningún problema. La luna estaba en cuarto creciente y nos daba garantías de que el tiempo era estable», indica.

El descenso lo hicieron por la cara oeste. «Había que buscar el corredor de bajada, que da al collado Cheto. En el descenso había que tener más precauciones y llevábamos los piolets. En una zona llana que encontramos, nos quitamos el material, lo metimos en la mochila y bajamos hasta el coche». Llegaron a los once de la noche y a las dos de la mañana a Zaragoza. «No celebramos la cima con unas jarras. Nos esperaban impacientes las familias», concluye Ángel Sonseca.