700 kilómetros de esperanza, 700 de desengaño. En un viaje de ida y vuelta, de esperanza y desilusión, la Marea Roja se desplazó a Granada para vivir un sueño roto y regresar en medio del desconsuelo. Un redactor de El PERIODICO les acompañó en el autobús de la contradicción, en el que la fiesta, el jolgorio inicial se apagó en el profundo silencio del no pudo ser.

Zaragoza no se ha despertado aún. Sólo los más magrudadores (o los más trasnochadores) aparecen por las calles vacías. Hay una excepción. Con la legaña pegada y la cara adormecida, 48 diablos rojos se desperezan del sueño en el Príncipe Felipe. "1.400 kilómetros. Es una locura. ¿Y si perdemos? Imposible", dice un aficionado. Llega el autobús. Todos adentro. Cristina, secretaria del club, pasa revista: "Estamos todos. A Granada. A por la ACB". Empieza el viaje. Rumbo a Granada... rumbo a la esperanza.

Calatayud, Guadalajara, Madrid, algún lugar de La Mancha... pasan las horas, los kilómetros y la gente empieza a soltarse para mitigar el cansancio de un viaje eterno. Cristina intenta animar el ambiente con el sorteo de camisetas ("tenemos que ir todos de rojo, eh"), reparte piruletas y aplaudidores . "En el otro autobús han ido gratis y les han regalado tres camisetas y la bufanda"-- recriminan varios-- "Y nosotros nos hemos gastado 60 euros. Es una falta de respeto". El autobús ya es una fiesta roja. Y con showman incluido. Adrián, el murciano , no para... imita a Pocholo, enciende la mecha de los cánticos (A por ellos, oe... Este año sí... Si mete un tiro libre Walls gritamos aleluya) . "En Plasencia se dedicó a pedir dinero... hasta a la poli local", cuenta un antiguo guerrero.

Los olivos dominan el paisaje andaluz. Y el hambre, el autobús. Tras muchas críticas, se para a 40 kilómetros de Granada. Pasan las 15.00 horas. Una hora más tarde La Alhambra aparece en el horizonte. "Si quereis podéis ir al centro", anuncia Cristina cuando para la máquina. El turismo será para otra ocasión. Una terraza sirve de campamento oficial de la Marea Roja , ya reunida tras el desembarco. Unos 200 hinchas se agrupan entre trago y trago, grito y grito, y ante la atónita mirada de los granadinos que hacen cola (tres horas antes!!) para calentar la garganta en la cancha. Varios miembros del Frente Nazarí , la peña del Cebé , se acercan a dar la bienvenida y ha conversar con los Inchas Lleons . "Hemos venido unos diez", comenta Fernando, el presidente del colectivo. Máxima deportividad. Que gane el mejor.

La pista está a reventar y en una esquina lejana colocan el mirador de la Marea Roja . El peso de los decibelios no frena a los zaragozanos, que empiezan a animar, a romperse la voz por un deseo. Ha llegado la hora. Entre el camuflaje colorado se esconden el hermano y la novia de Matías, la mujer de Ciorciari y el atleta Carlos García. Empieza el partido. Los Inchas Lleons extienden un tifo. Todo son sonrisas, esperanzas. Se está a 40 minutos de la ACB. La salida del CAI aviva los cánticos. Al descanso, con el resultado en un puño, la confianza está alta.

El tercer cuarto es una puñalada en pleno corazón. El Granada se marcha y con él todas las ilusiones. El pitido final desata la euforia granadina. Arriba, en silencio, se deslizan las lágrimas amargas de la decepción. La Marea Roja llora, resignada. Nadie puede abrir la boca. Ni los gritos de CAI, CAI que inician desde el Frente Nazarí consuelan a nadie. El sueño se terminó... y lo peor, quedan 700 kilómetros hasta casa. Es momento de desesperanzas y desengaños, de análisis... de que jugadores deben irse o a quiénes fichar... de que ya no verán ni al Tau ni al Bar§a sino al Valls o al Calpe, al Plasencia. Momento de cerrar los ojos y dormir para soñar con el próximo año. Queda mucho hasta Zaragoza. El cuentakilómetros hacia la ACB sigue en marcha.

Se llega a Zaragoza. Las despedidas son breves. No son necesarias. Todo el mundo sabe dónde encontrarse. Dentro de unos meses en el Príncipe Felipe. El sueño continúa.