Hacía años que no se veía una cosa igual, un accidente tan grave, con tantos afectados, con tantos ciclistas esparcidos por el suelo, quizás hasta 80, que el Giro por primera vez en la historia se quedó sin ambulancias para evacuar a los heridos. Y, entre los caídos, el aragonés Ángel Vicioso (Katusha Team), que se vio obligado a abandonar la carrera al sufrir una fractura de fémur. No pudo evitar el lío el ciclista de Alhama de Aragón, que se fue a tierra por segundo año consecutivo en la ronda italiana. Tras el accidente múltiple, Vicioso se quedó en el suelo, sin moverse, con la pierna rota, sabiendo a las pocas horas que sería evacuado a Barcelona porque no se quería operar en un hospital militar italiano.

También se vio afectado su compañero de equipo Joaquim Purito Rodríguez. Adiós al Giro, adiós a algo que no era un sueño, sino una realidad, porque era el gran favorito, adiós a ganar la ronda italiana, a quedarse en propiedad la maglia rosa. Una caída truncó sus planes, en un día terrible. Para olvidar. Sucedió en una rotonda que estaba señalizada, pero a 70 kilómetros por hora, solo con que un par se despisten, lo que sucedió, crean que hay salida por la derecha, cuando estaba por la izquierda, cambien el rumbo, enseguida se produce el choque de bicis, todos al suelo, unos encima de los otros; los que se levantaron pronto como Nairo Quintana y Rigoberto Urán suspiraron porque solo se hicieron rozaduras, menores en un suelo mojado. Los que tardaron más, como Purito, ya notaron el dolor en el cuerpo, la señal de un abandono anunciado.

Quizá solo el Pasaje del Gois, Tour de 1999, allí donde Alex Zülle perdió una ronda francesa que debió ganar, era recordado como relato histórico de una caída con un montón de corrredores tumbados. Purito se descolgó enseguida. La televisión ofreció la imagen de un corredor ensangrentado, con cara abatida y con pedaleo triste. Llegó a meta y se fue al hospital donde las radiografías confirmaron las fracturas; tres costillas, según su entorno, una, según el parte médico del Giro.

MULTITUD DE HERIDOS Las alarmas saltaron en todos los equipos. En el Movistar, el único conjunto español que corre la prueba, cinco ciclistas se vieron afectados: Quintana, Castroviejo, Amador, Malori e Izagirre. Rigoberto Urán, otros de los favoritos, también impactó contra el asfalto. Y así en todas las escuadras, ninguna se libró, ni siquiera el BMC, que tras la caída aceleró con 12 corredores que se habían salvado y que no miraron atrás y que no esperaron a nadie para recuperar el clásico debate; el del fair-play que habla de levantar el pie cuando se producen accidentes de esta magnitud, y el de la competición, donde todo vale, tonto el último, con tal de arañar unos segundos.

Purito llegó a Montecasino (nombre con testimonio de viejas y sangrientas batallas) a más de siete minutos del vencedor, que no fue otro que el líder de la prueba, el prometedor australiano Michael Matthews. A partir de allí, los médicos del Giro se pusieron a trabajar, con cola de lesionados a las puertas del furgón que se instala en la meta, preparado para quitar trabajo a los hospitales cercanos, a fin de evitar la saturación. Y los de los equipos a tratar a los menos graves, a los que solo tenían roces, en un Giro donde no ha hecho otra cosa que llover desde que empezó.