Después del partido ante el Villarreal ya se intuía y ayer, ya con puntos en juego, aquella sensación se hizo certeza: con muy poco, Víctor Muñoz se ha sacado de la manga un equipo serio, solidario y competitivo. El Recre tenía el balón y lo movía de un lado a otro, pero casi nunca pasó de ahí.

La causa, más allá de la inoperancia del equipo andaluz, es simple: cada jugador zaragocista sabía dónde tenía que ir a presionar y dónde no, cuándo debía bascular y cuándo no y el Recre no encontró --o no supo provocar-- desajustes en ese sistema defensivo, siempre el sostén de un equipo, más aún en este Zaragoza que no tiene delanteros. Un equipo sólido, pues, a pesar de que Víctor ha entrenado toda la pretemporada con más canteranos que jugadores del primer equipo, de que ha tenido apenas una semana entera para trabajar con todos sus defensas y de que Diogo, un lateral, tuviera que hacer ayer de mediocentro.

Todo empezó con Vallejo. Aún con Rubén, un central experimentado, en el banquillo, Víctor apostó por el juvenil de inicio, junto a Cabrera, como ya pasara en el Memorial Lapetra, y el canterano no solo no defraudó, sino que fue el mejor. Funcionó la pareja de centrales en su segundo partido juntos, no tuvo grietas un centro del campo en el que jugaban un lateral y un creador y dos laterales que el año pasado dejaban una autopista sin peaje a la espalda apenas fueron desbordados. Y es que, mientras todo el mundo pensaba que el Zaragoza jugaba amistosos inútiles, sin apenas jugadores, Víctor iba trabajando un concepto defensivo por aquí, una técnica de presión por allá, y, poco a poco, construía un sistema de difícil acceso para los rivales.

La salida de Diogo provocó que Cabrera pasara al centro del campo y Vallejo se cambiara de lado para dejar a Rubén el perfil derecho. Es decir, modificó la posición de los dos centrales y el mediocentro defensivo, la columna vertebral, pero ni siquiera esto desajustó al equipo. En cualquier caso, el Recre mostró muy poco y el Villarreal jugó al trote, con lo que habrá que probar la fiabilidad del Zaragoza en citas más exigentes.

El sábado, ante el Osasuna, el paradigma del orden y la intensidad, llegará una. Arriba, el conjunto aragonés no creó mucho, pero, con tres delanteros y algún centrocampista ofensivo por llegar, pocas conclusiones se pueden sacar de un ataque en el que también actuó otro juvenil, David Muñoz. Este corrió y corrió, al igual que Adán. El de Quinto de Ebro, que demostró una vez más que tiene sitio en el Zaragoza y fue uno de los que más peligro creó, jugó en la mediapunta y dificultó la salida de balón de Dimas. Víctor tiene muy claro cómo evitar que el rival cree peligro. Ahora solo queda que su equipo sepa también atacar.