El ritmo de puntuación que lleva el Real Zaragoza desde que Víctor Fernández tomó el mando es magnífico: 15 puntos de los 24 que ha habido en disputa. Cuatro triunfos, tres empates y una sola derrota para un equipo que ha rondado la victoria en todas las jornadas y que el entrenador ha convertido en netamente ganador. Sin embargo, esta extraordinaria reacción, que ha transformado los resultados, el juego y las expectativas, ha servido por el momento para huir de la zona de descenso (Víctor recogió el Zaragoza en descenso con un punto de desventaja sobre la salvación y ahora lo tiene con ocho de renta sobre el decimonoveno) pero ha sido insuficiente para rebajar significativamente la distancia con el sexto, último puesto de promoción (de trece a once puntos).

Fernández lamentó el viernes el tiempo perdido en la primera parte de la Liga. «Para ascender es fundamental arañar muchos puntos en la primera vuelta porque en la segunda los clubs que tienen posibilidades se refuerzan y los que estamos más fastidiados no podemos casi ni movernos». La dura realidad. Y también algunas malas decisiones... El Zaragoza va tarde, pero ahora tiene equipo y juego. Para soñar, que los sueños a veces no son solo imposibles, le falta eficacia y control defensivo fuera de casa. Y que la suerte esté siempre de su parte.