El escenario, con aire lúgubre y fatalista, no fue definido por ningún periodista. Ni siquiera por un aficionado. Estaba a punto de terminar la rueda de prensa oficial previa al debut de España en el Mundial-2018 ante Portugal (20.00 horas) cuando Sergio Ramos, el capitán de la Roja, definió el ambiente que se vive. A su derecha tenía a Fernando Hierro, el nuevo seleccionador, mientras Julen Lopetegui, el técnico que guió el equipo hasta Rusia presumía de su madridismo, llenando de críticas a la federación, ya desde el Santiago Bernabéu, por despedirlo de manera fulminante.

Hierro, entretanto, miraba; Ramos, hablaba. «Vamos, una sonrisa», llegó a decir el capitán de la selección, que estrena el brazalete en un Mundial tomando el legado que dejaron en su día Casillas o Xavi. Pedía el defensa blanco, quien confesó estar enterado de los contactos entre Julen y Florentino, que sonriera España, atormentada como quedó por unas horas surrealistas que le llevaron a un cambio nunca visto antes de una Copa del Mundo. Pedía Ramos sonreír porque, como él mismo confesó, «parece que estamos en un tanatorio». Velando un cadaver que ya no está, España se asoma triste al inicio de su Mundial en Sochi.

SIN TIEMPO PARA CAMBIAR

Estaban juntos Hierro y Ramos en una atiborrada sala de prensa del estadio Fisht de Sochi. Aunque parezca mentira, el foco estaba más puesto en el capitán (recibió nueve preguntas) que en el nuevo seleccionador (contestó solo a tres) bajo un clima de improvisación, como se constató con la llegada de su nuevo cuadro técnico, minutos antes de empezar el entrenamiento. Desde el aeropuerto de Barajas viajaron directamente al césped ruso los hombres de Fernando: Julián Calero (segundo entrenador), Juan Carlos Martínez (preparador físico) y el exinternacional Carlos Marchena (enlace con los jugadores).

«La premura es la premura», se disculpó Hierro, asumiendo que «no tiene tiempo de cambiar nada». Un entrenamiento, y en un clima de velatorio, obligados todos a «pasar página lo antes posible», como reclamó Ramos, convertido en el portavoz de la selección. «No es bueno meter el dedo en la llaga e indagar más. Cuando eres capitán te toca saber un poco más de la cuenta en situaciones de mayor repercusión». Insinuó así el jugador del Real Madrid que estaba enterado de las conversaciones entre Lopetegui y el club blanco, al tiempo que recordaba que «por encima de un país no puede estar ningún nombre propio por importante que sea», añadió el capitán de España, y del Madrid, antes de precisar que «no hay grietas» y presumiendo de su historial cuando le citaron a Salah. «Quien tenga dudas, que mire mi curriculum».

Hierro, mientras tanto, advertía de que se verá una «España reconocible y con personalidad», convencido de que sus «chicos» sabrán escapar esta noche del aire tétrico que han vivido en Rusia. «Es la primera de las tres grandes finales que nos esperan. No vamos a dudar ni un ápice de nuestras virtudes y de lo que representamos. Esta selección lleva mucho tiempo jugando muy bien al fútbol». Solo el balón les sacará del velatorio.

DE VUELTA A CASA

Mientras, Vallejo y Rodri abandonarán la concentración de la selección española a la conclusión del primer partido en el Mundial en Sochi y la expedición de la Roja quedará, tras recuperarse Carvajal, aunque hoy el titular en el lateral apunta a ser Nacho, en los 23 jugadores que pueden disputar minutos en la competición.

Lopetegui diseñó una convocatoria con jugadores de refuerzo que fueron abandonando la selección según se reincorporaron jugadores del Real Madrid. La final de la Liga de Campeones en Kiev dio una semana de permiso a los internacionales madridistas, aunque algunos como Carvajal, Nacho o Lucas Vázquez se incorporaron antes. Vallejo y Rodri viajaron finalmente a Rusia como parte de la expedición, y con el cambio de seleccionador, Fernando Hierro seguirá los planes iniciales y ambos jugadores se ejercitaron ayer por última vez y hoy presenciarán el partido en el estadio antes de emprender el viaje de vuelta a casa.