Entre otras muchas cosas, el pasado Mundial de Rusia sirvió para que buena parte de la afición española se familiarizara con el VAR, ese sistema de videoarbitraje de nombre propicio al chascarrillo (en realidad son las siglas de Video Assistant Referee) cuya introducción en la Liga supone sin duda la novedad más importante de la temporada que ahora se inicia.

La experiencia del Mundial demostró que aunque el VAR no es un sistema infalible que acabará con las polémicas en el fútbol, tampoco es esa pesadilla tecnológica llamada a desnaturalizar el juego que algunos habían querido vender. El VAR, y así se puso de manifiesto en Rusia, es una herramienta útil para los árbitros a la hora de decidir en jugadas dudosas que pueden tener gran trascendencia en el resultado y su uso no tiene, en téminos generales, un efecto especialmente negativo en el ritmo del partido ni en el tiempo de juego.

Un experimento realizado en 80 partidos de la Liga italiana en la pasada temporada permitió concluir que el videoarbitraje supone, de media, una pérdida de tres minutos por encuentro, el mismo tiempo que se destina a las sustituciones y menos de la mitad de los que pierde en las faltas y en los fueras de banda.

Ello se debe a que su uso queda restringido a cuatro tipos de lances: los goles, los penaltis, las expulsiones directas (que no las dobles amarillas que supongan tarjeta roja) y los casos de confusión sobre la identidad del infractor.

El método de utilización, que ha sido probado con éxito en numerosos amistosos de la pretemporada, será igual que el que se aplicó en el Mundial de Rusia. Primero el colegiado informa a los compañeros del videoarbitraje que deben revisar con las imágenes una jugada. Sus compañeros, desde fuera del estadio, en la sala de ralización evalúan la jugada hasta que está clara e informan al árbitro a través del pinganillo.

Además, el colegiado del encuentro dispondrá de una pantalla en el centro del campo, entre los dos banquillos, para observar de primera mano la acción dudosa antes de tomar una decisión. Un aspecto a tener en cuenta es que el VAR es una herramienta de apoyo y no una sustitución del colegiado, que seguirá teniendo la potestad última de todas las acciones.