Les sonará. ¿Recuerdan cuando el Mundial de MotoGP se vislumbraba como un paseo triunfal de Maverick Viñales a los mandos de la Yamaha M1 que acababa de heredar de Jorge Lorenzo? ¿Recuerdan que, tras las dos exhibiciones de poder de MVK en Qatar y Argentina, las dos primeras carreras del año, nadie daba un duro por los magníficos? Recuerdan que los magníficos dijeron que esto solo acababa de empezar.

Pues, disputados siete grandes premios, ya ha habido cuatro vencedores cuando muchos aseguraron que no sería, no, un año con tantos ganadores como el 2016, cuando hasta nueve pilotos se subieron a lo más alto del podio. Este año ya han ganado Viñales, Márquez, Pedrosa y Dovi. Y, entre el líder Viñales y el Doctor, que es quinto, solo hay 28 puntos de diferencia.

Ya nadie ve único favorito a Viñales. Ha llegado la Ducati («para quedarse», como dice Vale, con Dovi y hasta con Lorenzo), la Honda mejora GP a GP y Yamaha empieza a tener serios problemas, hasta el extremo de que Viñales ha perdido los nervios y llegó a cuestionar, ante la perplejidad de los jefes del Movistar-Yamaha, la limpieza del campeonato. «No me gusta lo que estoy viendo; cada vez que me escapo en el liderato pasa algo».

Viñales cree que los neumáticos Michelin no van bien a su Yamaha. «Cuando iba a 300 en la recta temí lo peor. Temí que el neumático estallase». En el paddock hay quien cree que esos han sido los últimos comentarios de Viñales contra Michelin. El británico Lin Jarvis, jefe del team Movistar-Yamaha, no quiere problemas con la marca francesa.