Cuenta Homero en la Ilíada que el único punto débil de Aquiles era el talón derecho, el del Madrid en el Camp Nou fue el izquierdo, el ocupado por Marcelo. Por lo demás, el héroe griego era un dechado de virtudes inconcebible por los mortales, lo que fue Vinicius fue para un Solari que pudo ganar y casi pierde el partido con sus banda izquierda brasileña.

AQUILES

La consigna del Madrid parecía tener un solo mensaje: balones a Vinicius. Mientras el Madrid mantuvo el partido desequilibrado, el atacante fue el canalizador de todas las jugadas de ataque de los de Solari.

Como si fuera un equipo de baloncesto, parecía que cada sistema combinatorio del Madrid en el centro del campo estaba diseñado previamente para terminar ofreciendo un balón en ventaja hacia la zona del extremo izquierdo. Por allí aparecía Vinicius, eléctrico, profundo, rápido, constante y descarado, sobre todo descarado, esa cualidad tan valorada en los jóvenes que llegan al primer nivel.

“Una de sus virtudes es la confianza que tiene en sus posibilidades”, dijo Butragueño tras el partido. A veces Incluso se pasa, como en la mejor ocasión que tuvo el Madrid para hacer un 0-2 que hubiera dejado muy tocado al Barça a la eliminatoria, en la que le quitó el balón a Benzema y disparó, de forma errática, en vez de asistir en clara ventaja a Kroos. Se equivocó únicamente en la última decisión, como acostumbra.

El brasileño tiene la precisión de una escopeta de feria, con esas con las que, a fuerza de intentarlo e intentarlo, aciertas una vez de cada muchas que te acercas. Así llegó el gol, con un centro suyo, sin demasiada fe ni intención, que Benzema convirtió en bueno.

Vinicius confirmó en un escenario como el Camp Nou las buenas sensaciones que venía demostrando en sus últimos partidos, todos como titular, todos como un puntal ofensivo del equipo. “No me sorprende, pero que un chico de 18 años se desenvuelve de esta manera llama la atención”, reflexionó un satisfecho Solari, reconfortado con el partido de su equipo.

EL TALÓN

Después de entrar de forma inmejorable en el partido, el equipo de Solari empezó a sufrir por el talón izquierdo. En los peores momentos del Barcelona, Marcelo fue una bombona de oxígeno de la que abusaron Semedo y, sobre todo, Malcom. El sustituto de Messi en la alineación de Valverde podría haber pasado, con una camiseta del 10, por el astro argentino cada vez que encaraba, con espacio para recibir, hueco para recortar y posibilidad de definir, entonces, en el momento culminante, se hubiera descubierto el engaño.

Después del asedio, el gol llegó con una jugada atropellada por la otra banda. Aún así, cuando el balón aterrizó a Malcom, su marcador Marcelo todavía estaba fuera del área, fuera de la desesperada defensa de su arco de sus compañeros. “Nuestro segundo capitán pone siempre al Madrid por encima de todo y nosotros trabajamos para que todos estén al cien por cien”, huyó Solari de la única pregunta sobre el brasileño después del partido. “Gracias”, despachó la repregunta.

En un equipo con los recursos justos, en el que los excesos son lujos de otra época, la inactividad defensiva de Marcelo fue el gran peaje que tuvo que asumir el Madrid. El partido reveló que el brasileño sigue sin presentarse a la temporada, con un momento de forma digno del mes de septiembre. Lento en su juego y poco contundente en sus entradas, se avecinan suplencias Marcelo, con Reguilón apretando desde el banquillo.