Ya hace casi un año desde que el coronavirus cambió nuestro ritmo de vida. El deporte también se ha visto afectado por aplazamientos de partidos o incluso algunas competiciones no han llegado a ponerse en marcha. Cantidad de deportistas de élite han estado confinados o han sido positivos en covid-19 en algún momento desde marzo del 2020.

Adrián Pereira, jugador de fútbol sala; los atletas Carlos Mayo y Toni Abadía; Miguel Rivera, entrenador de voleibol; Javier Gericó, jugador de rugby; la futbolista Elena Casao; y Marina Vilella y Henar Fernández, jugadoras de baloncesto fueron algunos. Toni Abadía fue a urgencias cuando ya estaba confinado porque tenía «alucinaciones» y se encontraba «muy mal».

Llevaba en casa desde por la mañana, cuando se enteró del positivo de su compañero de entrenamientos, Carlos Mayo, que pasó la enfermedad con síntomas más leves. Abadía tuvo que estar dos semanas sin hacer prácticamente nada, «solo algún ejercicio de movilidad». «Fue complicado, no te voy a engañar, aunque fueron cuatro días de síntomas y los seis o siete restantes fueron de inactividad porque también perdí el apetito», explica y añade que la vuelta a la rutina fue «una dosis de realismo». «Lo que sería para mí un entrenamiento suave antes del covid era casi lo que hacía en las series al salir de la enfermedad», confiesa.

Henar Fernández, jugadora del Azulejos Moncayo Helios, que disputa la Liga Femenina 2, lo pasó a finales de diciembre y también tuvo que truncar su preparación: «Cuando estaba confinada me mandaron una rutina de ejercicios, aunque los tres primeros días no pude hacer nada porque estaba muerta». Además, según relata, la rutina consistía en «ejercicios muy simples».

Notó como su capacidad pulmonar se vio reducida considerablemente. De hecho, todavía nota las secuelas de aquello. «A nivel respiratorio todavía hoy me está costando, me ahogo mucho», relata la que se puso en aislamiento por contacto estrecho con la otra jugadora del equipo que dio positivo, Marina Vilella.

En su equipo se suelen hacer test de detección del coronavirus al final de cada semana para poder jugar los partidos. Pero al volver de las vacaciones de Navidad Vilella se quedó sin gusto y olfato a principio de semana. Eso hizo saltar todas sus alarmas y se fue a hacer una PCR que dio positivo. Coincide con su compañera en que los primeros días fueron los peores y que no podía «levantarse de la cama» e incluso de vez en cuando le daban «calambres en las piernas». No llegó a tener más de 37,2 de fiebre pero aún así «de lo cansada que estaba no podía ni pensar».

También le costó hasta que se encontró bien y pudo empezar a entrenar en casa y, a la vuelta de los entrenamientos, notó que sus pulmones tardaron en adaptarse al intenso ritmo de competición.

Adrián Pereira, portero aragonés del Aspil Jumpers Ribera Navarra, de Primera División de fútbol sala, no notó tanto las consecuencias físicas, ya que le pilló recuperándose de su segunda lesión de rodilla y hacía entrenamientos adaptados. De todas maneras, el portero se hizo una PCR porque tenía síntomas, sobre todo cansancio. «Al principio lo viví bastante mal, porque no podía salir de la cama, estaba todo el día durmiendo», explica y añade que cree que «la población no está concienciada». «Era el primero que no era consciente hasta que lo pasé, me di cuenta de que si para mí con 38 y medio de fiebre fue duro, para personas con más vulnerabilidad sería mucho peor», declara.

Para Pereira lo más duro fue «el tiempo que se pierde para trabajar y mejorar con los compañeros». Además, él había estado en contacto con los demás jugadores y, por lo tanto, «todos tuvieron que perder tiempo de trabajo». «Eso fue lo que más me dolió», confiesa. Con él coincide Carlos Mayo, que aunque tuvo síntomas leves también tuvo que dejar los entrenamientos y centrarse en la salud. «Creo que hasta que no te pasa no eres del todo consciente de cómo te puede repercutir, la cuarentena la tenemos que pasar todos, con síntomas o sin síntomas», asevera el atleta.

Responsabilidad social

«Muchos de los jóvenes lo pasamos casi sin enterarnos, pero tienes que ser consciente de que aun así vas a tener que estar diez días en casa y eso puede tener sus consecuencias para tu vida personal», asegura. Pero, sobre todo, Mayo hace un llamamiento a la responsabilidad social: «Más allá de lo que pueda afectar a tu vida hay que dar prioridad la salud de todos». Eso sí, «si al resto no le das tanta importancia», advierte, «tienes que tener en cuenta que a tu situación también le va a repercutir, puede tener consecuencias si tienes un trabajo temporal, o con un proyecto que exige máxima dedicación». En resumen: «Si no priorizas la salud de los demás, por lo menos piensa en ti», resume el vigente campeón de España de cross.

Un ejemplo claro de compromiso es el Club Voleibol Teruel. Lo demostró al confinarse cuando hubo un positivo en el Melilla, después de jugar un partido contra ellos. Y a pesar de todas las medidas de precaución, el entrenador, Miguel Rivera, pasó la enfermedad. «La realidad es que tanto yo como mi familia hemos intentado ser muy cuidadosos con las medidas de prevención y uno nunca se espera cogerlo», apostilla el técnico y añade que intentó «por todos los medios no contagiarse porque puede ser leve, grave o hasta mortal». Además, el preparador admite que «el equipo es absolutamente consciente de que tiene que ser ejemplar» y asevera que son «muy responsables a la hora de tratar de minimizar los riesgos». Marina Vilella coincide en que «no te puedes relajar».

Tampoco sabe cómo se contagió Elena Casao, del Zaragoza CFF. «No salía a ningún sitio y no sé dónde me contagié, sería al ir a clase o a entrenar», recuerda y aconseja «seguir todas las restricciones porque esto es cosa de todos, si no lo cumplimos no vamos a poder volver a hacer lo que nos gusta con la tranquilidad de siempre». También llegó la enfermedad al rugby zaragozano. El Fénix tuvo varios jugadores aislados durante unos días por haber dado positivo, entre ellos Javier Gericó.

La esencia de este deporte de contacto incluye además los terceros tiempos, que por supuesto no están pudiendo celebrarse esta temporada. «La gente no está concienciada, hay muchas fiestas en casa», opina y añade que él se muere «de ganas de salir de fiesta, pero hay que ser responsable y no ir o estar los que se permiten». Él lo pasó con síntomas, aunque no fueron graves, lo que notó fue «falta de energía» a la vuelta, porque «al no tener gusto ni olfato la comida es aburrida y no comía tanto como habitualmente». Todos ellos se han dado cuenta de que pasar el covid-19 afecta en mayor o menor medida a nuestras vidas.