Cada noche hay fiesta en el hotel del Deceuninck. Unos días celebran la victoria y el liderato de Julian Alaphilippe y a la siguiente velada toca brindar por Elia Viviani, pero sobre todo por la organización de una escuadra belga que sabe como nadie ganar etapas pero que ha acudido a este Tour con la enorme duda de demostrar si sabrán arropar al mallorquín Enric Mas en su objetivo de ser uno de los referentes en esta todavía joven ronda francesa.

Unos días corre el champán al final de la cena (cuatro gotas, más que nada mojarse los labios) y cada noche hay ocasión para que los corredores que cenan aparte y en un pequeño camión preparado como comedor puedan lanzar unos gritos de alegría. Cuenta la leyenda, en un deporte aliado muchas veces con las barbaridades, que hace 40 años los directores de equipos con velocistas llevaban bidones frescos con cava y a falta de 20 kilómetros, cuando se cerraba el control de entregas de botellines, se lo daban al hombre rápido. La consigna es que se bebiera el líquido a 10 de meta, con el tiempo justo para que el alcohol le provocase cierta euforia que le hiciera olvidar el miedo. Pero, ojo con beberse el cava antes, puesto que entonces entraba somnolencia y era peor el remedio que la enfermedad.

Ahora se apuesta por métodos más científicos, por entrenar minuciosamente la colocación en los esprints, por cuidar y conducir (practicamente por dejar) a la estrella de la velocidad a 50 metros de la línea de la llegada para que se lance a 60 kilómetros por hora y para que tenga tiempo, como ayer en Nancy con Viviani, de levantar los brazos y celebrar la victoria. El cava o el champán se deja para la noche.

En una etapa demasiado larga y sin más historia que un esprint dominado con maestría por Viviani, el Deceuninck, antiguamente el Quick Step, ahora segundo patrocinador, pudo continuar con su dominio arrollador. Esta es su semana de gloria, luego cuando llegue la montaña todo cambiará. Alaphilippe seguirá por libre a la caza y captura de una nueva victoria y a intentar luchar por conquistar como el año pasado la clasificación de la montaña.

Bahamontes, 91 años / En el día en el que Federico Bahamontes cumplía 91 años en Toledo (la vida ya no es la misma para la leyenda del Águila de Toledo desde que se fue su Fermina), Mas, que podría ser su biznieto, siguió con su aprendizaje, de los pocos del Deceuninck que no participó del plan de ataque para que Viviani se anotase su primera victoria en el Tour, un triunfo a añadir en su colección de etapas en la Vuelta y el Giro. Mas corre con la consigna de familiarizarse con la ronda francesa, de no malgastar fuerzas porque sí y a esperar mañana la Planche de les Belles Filles.

Ahí es donde se empezará ver quién está y quién no está. Mikel Landa (Movistar) se mostró convencido, tras la cuarta jornada, de que el Tour entra en una fase importante para la general a partir de ese alto, donde, según el ciclista alavés, «seguro que habrá diferencias. Ya entramos en los Vosgos. Seguro que habrá diferencias y tendremos que intentar estar delante. El primer día noté falta de ritmo, pero poco a poco me voy sintiendo mejor».

No obstante, Landa advirtió de la necesidad de correr atentos en la jornada de hoy. «Seguramente no pase nada en cuanto a la clasificación general, pero habrá que correr atentos y sin despistes», dijo. La jornada une Saint-Dié-Des Vosges y Colmar sobre 175,5 kilómetros.