Es el volcán del Sobrarbe. No hay un paisaje similar en todo el Pirineo aragonés. El ibón de la Bernatuara reposa en lo más parecido a un cráter volcánico, en lo alto de un collado a 2.286 metros de altura. Sus aguas son de una tonalidad verde oscura y de una profundidad que nadie ha calculado nunca. Parece extraído de un cuento de leyendas. Está en la línea fronteriza con Francia, pero todo él se encuentra en territorio aragonés. La vista desde la cercana Punta Bernatuara (2.517 metros) es impresionante. Abajo el círculo perfecto del ibón y al fondo los tresmiles de los Gabietos, Taillón, los Picos de la Cascada, Marboré y en la lejanía el Cilindro y el Monte Perdido.

El Ibón de la Bernatuara es una rareza en la zona. Situado entre los macizos calcáreos del Vignemale y del Monte Perdido, no se conocen lagos de estas características en estos territorios kársticos. Todos son terrenos áridos, pelados y secos, con gran cantidad de cuevas. Está a algo menos de tres horas de camino de San Nicolás de Bujaruelo, pero no es muy transitado. Y eso que es el camino más directo hasta Francia. La mayor parte de la gente recorre el G.R.-11 que viene del Balneario de Panticosa y que se dirige por la Garganta de los Navarros a Ordesa. O pasa a Francia por el Puerto de Bujaruelo con parada en la localidad de Gavarnie y visita a la Brecha de Roldán y el legendario Circo de Gavarnie.

Fuera de los circuitos senderistas habituales, Bernatuara tiene un toque idílico y virginal. Pocos son los turistas y senderistas que patean su sendero de acceso en el verano. Pero todos los habitantes del valle de Broto lo conocen muy bien. Desde el siglo XIV existe un acuerdo entre los ganaderos del valle aragonés y los franceses para que el ganado pase a pastar al término municipal de Gavarnie, hasta las estivas de Sécres, Pouey-Arrabi, Pla-Lacoume y Pouey-Morou. Ese paso de los animales se produjo hace muy poco, el pasado día de Santiago, el 25 de julio. Un total de 1.500 vacas de las localidades de Torla, Broto, Oto, Asín, Buesa, Viu, Linás y Frajén treparon por las resecas laderas del barranco de Sandaruelo hasta el collado de Bernatuara y se dirigieron a las inmensas praderas de la Canau y del valle de Ossau. Allí se encuentran a más de 2.000 metros hasta septiembre.

Enrique Buisán es el presidente de la Comisión Sindical del valle de Broto. «Salimos a las dos de la mañana, andamos toda la noche y las subimos a la falda de la Bernatuara. Las vacas duermen en el refugio de Sandaruelo y el día siguiente pasan al lado francés acompañadas de una veintena de pastores. Ese momento es espectacular», explica este ganadero de Viu.

El recorrido senderista se puede realizar desde Bujaruelo. El desnivel se acerca a los mil metros y la andada la puede realizar una persona con una condición física mediana en algo menos de tres horas. Las primeros metros de la excursión se supera el puente románico del Ara y después se sigue el camino común que lleva al Puerto de Bujaruelo. Es una subida dura y exigente hasta que el camino se desvía a la izquierda muy cerca del límite del bosque. Una pasarela metálica supera el barranco de Sandaruelo y los últimos bosques de la subida nos dejan en el refugio de Sandaruelo.

EL TRAMO FINAL

A partir de aquí comienza entre numerosos mojones el tramo más duro. Se divide en dos escalones. En el primero se trepa por las praderas del barranco de Sandaruelo. Una gran cantidad de trazas evidencia el paso de ganado. Después la pendiente se suaviza. El torrente se cruza varias veces mientras a la derecha el río se precipita en pequeñas cascadas. El último tramo se vuelve a endurecer. Vislumbramos la canal donde se encuentra la cubeta del ibón de la Bernatura, el tesoro escondido de Bujaruelo.