No fue un accidente el terrible partido ante el Barça B. Ni un tropiezo. Ni nada similar. La imagen zaragocista en Lugo resultó hasta peor dejando claro que este equipo ha regresado de lleno a la caverna de mediocridad y pobreza futbolística que exhibió en gran parte del inicio de la competición y que aparcó durante enero. Igual el espejismo fue lo que se vivió en ese mes... Desde luego, con lo ofrecido en el Anxo Carro, con esa estampa de conjunto mediocre, triste, desangelado, sin alma ni intensidad, sin fútbol y con un plan equivocado, es imposible pensar en subir, ni siquiera en acabar en puestos de promoción que aún pisa el Zaragoza pero que podría perder hoy.

En un campo pesado por la lluvia, que cayó en gran parte del choque tras muchos días con agua en Galicia, el Zaragoza directamente renegó del fútbol. Lo poco que hubo, lo propuso el Lugo, que tuvo la intención y el deseo de ganar. Con sus limitaciones, sí, pero intentando jugar con el balón, asociarse, combinar, mostrando un deseo por ir hacia arriba que en el equipo de Paco Herrera ni se adivinó. Salió, como en Sabadell, en Jaén o en Eibar, a cumplir el expediente, a firmar el acta presencial del encuentro y eso fue lo que hizo. El gol de Víctor Marco, otro de cabeza, un mal que se había solucionado algo con la llegada de Arzo --cuánto se le echa de menos al central--, supuso que ganara el que quiso vencer. El Zaragoza no llegó a esa pretensión.

El caso es que el crucial mes de febrero que señaló Herrera se salda, de momento, con dos derrotas y, lo que es más preocupante, con una imagen que raya lo vergonzoso, indigna para un equipo que está luchando por ascender, un objetivo por otra parte vital para el futuro económico del Zaragoza, salvo que el club pretenda alargar la caída al vacío que ha supuesto Agapito Iglesias desde que llegó en el 2006. Y otro dato: en los últimos cuatro partidos, el equipo solo ha anotado un gol, el de Roger Martí para ganar en Miranda. Mientras tanto, Henríquez ve la vida pasar en el banquillo.

MAL PLAN Cambió Herrera el dibujo por la baja de Acevedo, otra ausencia que se nota, dejando claro la teoría de una plantilla demasiado corta, y lo cierto es que el recurso al 4-1-4-1 con Abraham, a un nivel bajísimo en su retorno al once como interior para ayudar a Rico, no funcionó. Ni el equipo se notó cómodo con el balón, ni dio sensación de seguridad atrás. El plan era aguantar, darle la pelota al Lugo, porque siempre es ésa la apuesta del cuadro gallego, y tratar de sorprender al contragolpe. A la hora de la verdad, una presión inconexa, la imprecisión y el abuso de balones en largo convirtieron a José Juan en casi un espectador a lo largo del partido, sobre todo en la primera parte.

Y es que hasta el descanso el Zaragoza apenas existió. Casi nada. Solo algunas pinceladas de Luis García, algo más activo que otros días, de Fernández y la presencia de Cidoncha, que empezó en la banda y pasó al medio después para tratar de ayudar en la contención. De Montañés, Roger, una isla, o Abraham ni se supo, mientras que atrás Rico tuvo de nuevo problemas en su banda, esta vez con Pablo Sánchez. Por ahí volcó el juego el Lugo, un equipo que crece en el dominio de balón con Pita y Seoane en el medio y que tuvo a Rennella como un incordio para los nerviosos Álvaro y Laguardia.

Con todo, el Lugo tuvo el control, pero apenas generó ocasiones de verdadero peligro: un disparo algo desviado de Sergio Rodríguez, un envío de éste que cortó Laguardia, que había fallado antes, un cabezazo de Pavón en un córner y una rosca de Rennella que se marchó fuera por poco tras un fallo de Paglialunga. No fue mucho, pero sí una enormidad al lado del Zaragoza.

La segunda parte comenzó con la mejor ocasión del Zaragoza, ya que uno de los melones enviados desde la zaga lo bajó con calidad Luis García, pero cruzó demasiado el disparo ante José Juan. El Lugo, mientras tanto, seguía a lo suyo pese a que el césped cada vez notaba más el agua. Marco encontró el premio para el que lo buscó. Una falta lateral de Sergio Rodríguez supuso que el central entrara solo a la espada de Paglialunga ya que Laguardia no le siguió. Quedaba media hora y Herrera apostó por Javi Álamo, sin ningún efecto, y por Víctor, que siempre mejora al equipo y hace preguntarse la razón de que no sea titular.

Con algo de fluidez arriba, con Barkero entrando en la banda izquierda como falso lateral y con el Lugo mucho más replegado, esperando que los minutos pasaran, la sensación del Zaragoza fue de dominio en los minutos finales, pero el Anxo Carro apenas sufrió. Un balón despejado por José Juan ante Laguardia y un gol bien anulado a Roger fueron el bagaje de unos últimos compases que estuvieron a altura del desastroso partido que el equipo perpetró en Lugo.