Empuñando una espada, protegidos por una armadura, con blasones como caballeros del medievo, aparecen en la liza para batirse. No es una recreación de las batallas de hace nueve siglos, sino un deporte: el Combate Medieval, una disciplina con unos 20 años de antigüedad, desarrollada principalmente en países del este de Europa como Rusia o Ucrania y que en los últimos tiempos ha aparecido también en España. "Es como los combates del siglo XIII y XIV, combates cuerpo a cuerpo en los que se demostraba la destreza de los combatientes. Es muy vistoso, porque hay mucho impacto y se lucha con lo que se luchaba entonces: espadas, hachas, mazas...", explica Miguel Ángel Borrego, natural de El Burgo de Ebro y uno de los componentes de la selección española de Combate Medieval que del 1 al 4 de mayo disputará en Cuenca el Campeonato del Mundo.

El escenario será el Castillo de Belmonte, un lugar con el encanto suficiente para acoger un torneo de una disciplina tan simbólica. "Llevamos un gambesón y encima la armadura. Existe un comité histórico, porque todo lo que llevas tiene que haber existido. No puedes ponerte una armadura ficticia, así que buscamos en los archivos de hace siglos", dice. Hay varias modalidades: uno contra uno, cinco contra cinco e incluso 16 contra 16 --"aunque esta es más peligrosa"-- y unos 20 aragoneses ya lo practican. En una liza del tamaño de una pista de tenis, supervisados por los árbitros, los luchadores intentan conseguir puntos de los jueces mediante golpes certeros en la cabeza o el pecho. Con espadas y hachas. "Yo llevo un garrote, porque soy demasiado grande para la espada", señala Miguel Ángel.

La idea asusta, pero hay medidas que garantizan la seguridad. "Hay lesiones, como en cualquier deporte, pero a nosotros nos ha llegado ya desarrollado. Aquí se siguen unas recomendaciones básicas. Se requieren dos milímetros y medio de grosor en los cascos y las armas no llevan filo. Hay gente que se compra armaduras medievales de recreación y no se les deja combatir". Por ello, no es un deporte barato. "Las armaduras cuestan entre 3.000 y 4.000 euros". ¿Y cómo se aficiona alguien a esto? "Buscaba un deporte original y encontré una sala de armas, El Batallador. Entramos en contacto con recreacionistas que buscaban gente para hacer combates medievales como los rusos", recuerda.