Las guerreras apenas pudieron celebrar la plata conseguida en los Mundiales de Budapest. Y no solo porque necesitaran digerir la derrota en la final ante EEUU (13-6), sino porque a las 3.30 de la madrugada, apenas cinco horas después de recoger la medalla en la piscina, dejaron su hotel de concentración rumbo al aeropuerto para coger el avión que dejó al equipo en El Prat sobre las 9 de la mañana de ayer. Pero una noche tan larga seguro que sirvió para poner en valor lo conseguido por la selección: volver a la élite del waterpolo mundial.

«Esta plata supone estar de nuevo en las medallas, lo que significa que tenemos chicas con talento. Eso nos tiene que dar ánimo e impulso para el futuro», manifestó el seleccionador español, Miki Oca, satisfecho por regresar a un podio internacional que se había resistido los dos últimos veranos pese a presentar en Budapest un grupo muy renovado: cuatro debutantes y solo cinco supervivientes del equipo campeón del mundo en Barcelona en el 2013.

«Queda claro que hay jugadoras jóvenes que están empujando fuerte y nos animan a seguir trabajando. Además, las que están demuestran que tienen nivel para estar en un campeonato del mundo», analiza Oca. El mejor ejemplo es Paula Leitón, de 17 años, que tenía la difícil misión de suplir a Maica García (que ha preferido descansar este verano tras 10 años sin hacerlo) y fue elegida mejor boya.

La otra española que entró en el equipo ideal del Mundial fue una de las veteranas, la portera Laura Ester, compañera de Leitón en el CN Sabadell, cuya experiencia le sirve para valorar en su justa medida esta plata: «En este Mundial se ha visto que en el waterpolo femenino está todo muy igualado. Holanda venía como subcampeona del mundo y perdió en octavos; Hungría, jugando en casa, cayó en cuartos, igual que Italia, subcampeona olímpica. Eso da mucho más valor a lo que estamos haciendo».