El CAI Zaragoza puso fin a su racha más negativa de la temporada con un triunfo cómodo(80-65), contundente, regresando a la normalidad de alguna manera. Se vio un equipo aplicado, intenso en defensa, serio en el rebote, voluntarioso los cuarenta minutos y vencedor, al fin, después de cuatro jornadas sin saborear el triunfo. Superó desde el primer segundo a un Estudiantes relajado y dio otro paso hacia el playoff en una jornada en la que el Gipuzkoa sorprendió al Laboral Kutxa en Vitoria para dejar más abierta la pelea en el tramo final. En cualquier caso, el CAI sigue dependiendo de sí mismo y parte con una ligera ventaja para acabar, al menos, séptimo y asegurarse así también el regreso a Europa.

Un buen inicio concedió al CAI el control durante toda la noche. El equipo de José Luis Abós salió currante, trabajó desde el principio en defensa para anular el ataque estudiantil mientras su ofensiva sabía encontrar siempre el equilibrio entre dentro y fuera. Comenzó el equipo aragonés acertado desde el triple pero pronto tomaron el relevo los interiores. Norel y Jones se hicieron dueños de los dos aros. El holandés se mostró más seguro que jornadas atrás mientras el texano volvió a dar una exhibición. Peleó por cada balón, en ataque y en defensa, y ganó hasta diez rebotes, cinco en cada zona, alternó posiciones, se ganó la ovación de la grada.

El inicio ofensivo fue un mano a mano Roll-Jones mientras atrás todos trabajaban para frenar, sobre todo, a Kuric, el estilete del Estudiantes las últimas jornadas. No se encontró cómodo en ningún momento el equipo de Txus Vidorreta, que sufría en todas las facetas. El CAI, sin ser especialmente brillante, sí fue siempre eficaz. Tanto, que el resultado no peligró en ningún momento. Ni cuando el Estudiantes logró reducir la diferencia en torno a los diez puntos en los únicos momentos de debilidad del CAI. Un par de faltas en ataque, un par de pérdidas, pero el Estudiantes no aprovechó para ponerle en aprietos.

El CAI recuperó su espíritu. Puso un baloncesto con criterio, ordenado, pero donde no llega su juego está la actitud, el trabajo, el amor propio. El equipo aragonés sabía que ya no podía fallar y no falló. Con el encuentro controlado, José Luis Abós pudo repartir los minutos de otra manera. Faltó Pere Tomás, con un esguince de tobillo de última hora que le hace ser duda también para el choque del domingo en Valladolid, pero tuvo más minutos de los habituales Fontet --cinco rebotes para el capitán-- y Javier Marín, que estuvo en pista los siete últimos. Listo para robar un par de balones, pudo culminar una contra, dar una asistencia, recibir una falta y, sobre todo, ponerle algo de interés a un último cuarto en el que ya estaba todo escrito. El CAI volvió a parecerse a sí mismo y ese es el único camino para que no se escape el playoff y cumplir de nuevo con los objetivos.