La vida y el fútbol están llenos de contrastes. El mismo Zaragoza que el jueves saboreaba las mieles del éxito con el pase a la final de Copa se sumerge hoy en la cruda realidad de la Liga. Dos competiciones, dos caras. Ahora, es momento de aparcar la feliz imagen del torneo del K.O. hasta que llegue la gran cita ante el Real Madrid del 17 de marzo para centrarse únicamente en la amenaza, más que latente, del descenso a Segunda. La primera piedra para construir esa salvación la constituye un Betis reforzado, que vive su mejor momento de la temporada, pero las angustias del conjunto zaragocista no están para fijarse en la entidad o en las circunstancias del rival. Necesita oxígeno, sumar puntos que le alejen más de los puestos que conducen directamente al infierno .

REGATE EN EL DESCUENTO El gol de penalti de Villa sobre la bocina del final ante la Real Sociedad permitió que el Zaragoza le hiciera un regate a esas plazas de peligro para poner un punto de ventaja sobre el Albacete, que marca ahora el comienzo de unos puestos de descenso que tienen en el Murcia --que ayer volvió a perder en casa ante el Sevilla-- un candidato más que probable. Parece que restan dos billetes hacia el abismo por asignar y el equipo de Víctor Muñoz tiene algunos boletos en esa nefasta rifa.

Se trata, entonces, de dejar esos números en el camino a base de victorias como la conseguida ante el conjunto donostiarra, que por cierto llegaba a ese enfrentamiento con la condición de mejor equipo del 2004. La perdió y ahora la ostenta el Betis. Dado que el Zaragoza cayó ante el Mallorca y el Murcia, que pasaban por un pésimo momento cuando se toparon con los chicos de Víctor, y sí pudo vencer a una Real lanzada con cinco victorias consecutivas, habrá que pensar que al equipo zaragocista le gustan los desafíos difíciles.

Lo es este Betis entrenado por otro Víctor, también aragonés y no menos histórico en la leyenda zaragocista, porque ya no es el equipo dubitativo de hace un mes, cuando cayó en los octavos de final de la Copa ante el conjunto que entonces entrenaba Paco Flores. Ha adquirido consistencia defensiva y cuenta con la seguridad que dan los buenos resultados, la mejor medicina que existe en el fútbol.

LAINEZ, CASI SEGURO Después de la durísima batalla que supuso la semifinal copera ante el Alavés, Víctor Muñoz sólo cuenta con la baja segura por lesión de Savio. Láinez arrastra aún molestias en la rodilla izquierda y su presencia estará en función de ellas, aunque parece que podrá jugar y eso es toda una garantía. Si no lo hiciera, su puesto sería ocupado por Valbuena. Mientras, el que es seguro es Movilla, que jugará sin protección y con una imagen casi de boxeador tras la caricia involuntaria que le regaló Edu Alonso. Cani, que recuperó mucho crédito ante el Alavés, ocupará el puesto de Savio en la banda izquierda, Galletti regresará a la derecha y el cambio puede llegar en el lateral, donde Rebosio tiene muchas papeletas para dejar en el banquillo a Cuartero, hasta ahora indiscutible para Víctor.

Con esos mimbres, el equipo zaragocista se apresta a dirimir una nueva prueba de vida en busca de la salvación. Restan quince jornadas y muchos puntos por disputar, pero debe aprovechar el espaldarazo anímico del triunfo ante la Real Sociedad y del pase a la gran final de Copa para escapar cuanto antes de esta agonía clasificatoria en la que tan mal se maneja. Con buen fútbol --algo más que inexistente en los últimos tiempos-- o sin él, por lo civil o por lo criminal, apelando a los milagros, a la suerte o a lo que haga falta, pero lo importante es sumar cuanto antes para cambiar la triste cara liguera de este Zaragoza.