Este par de semanas sin fútbol doméstico han dejado margen para la reflexión popular, y en ese tiempo concedido por los compromisos de la selección española, el aficionado ha vuelto a descubrir que el amor verdadero sigue siendo el equipo de su ciudad. España, esta vez con Luis Aragonés, ha transmitido la inquietud y el hastío habituales, provocando insensibilidad, agotamiento y la sensación de que cualquier rival animoso puede tumbarla con un poco de entusiasmo patrio. Por eso el hincha, cada día más, centraliza su pasión en su club. El Zaragoza regresa hoy a la Liga en Málaga beneficiado por su oposición natural al régimen que distingue al espíritu erosionado de la selección: es un grupo homogéneo, unido, trabajado, alegre y respondón, dirigido por un entrenador, Víctor Muñoz, que inyecta en vena su vitalidad. El conjunto aragonés no sabe su destino porque su modestia le impedirá manejar las corrientes, pero ofrece la garantía de que remará río arriba sin fatiga, como ya lo demostró frente al Getafe. Nada le será fácil y todo le parece un reto superable.

Esta tarde intentará cerrar la segunda jornada como lo hizo la primera, de líder, y su misión no es imposible porque su rival, el Málaga, envía señales de cierta debilidad postvacacional, de grupo aún inmaduro pese a su fama de consumado estratega en casa. Amoroso y Wanchope son las banderas ofensivas, un par de jugadores de bella estampa publicitaria aunque bajos de ritmo competitivo y, en apariencia, ya cuesta abajo en sus viajes de trotamundos goleadores.

SIN ARROGANCIA El Real Zaragoza, sin embargo, no puede dejarse llevar por la arrogancia ni un solo segundo. Tiene una salud física envidiable a estas alturas del torneo y un perfil de equipo fiable para ganar en La Rosaleda, sobre todo porque Movilla, con una férula protectora en su brazo, estará al frente de la sala de operaciones. El Pelado vuelve al campo donde recuperó la ilusión por el fútbol. Lo hará como hombre importante, con los beneficios y el peligro que conlleva: es el referente de sus compañeros y también la presa del rival, que busca con ahínco su desconexión. A Movi le ha salido un relevo inesperado en Savio. Cuando apura la presión del adversario, el brasileño toma el mando como cuando era la joya del Flamengo, veloz, fresco, diagonal y vertical y con la zurda puesta a punto para los lanzamientos de faltas. Hay otros voluntarios al protagonismo como Alvaro, Galletti, Zapater o Villa, y en esa reunión de valores individuales reside su actual fortaleza colectiva.

El encuentro de La Rosaleda, donde Láinez no estará ya que no viajó con el equipo al resentirse de su lesión de rodilla, servirá para confirmar si las optimistas y primerizas impresiones de este Real Zaragoza son tan ciertas como parecen. Necesitará concentración, disciplina y mecanismos defensivos para vencer. Ojalá no se encorsete en el traje conservador de equipo visitante y juegue para divertirse sin temor a nada, como un líder.