Día de sorpresas, y de las grandes, en el Abierto de Australia, el primer Grand Slam del año. Novak Djokovic, ganador de cuatro títulos en Melbourne, incluidos los tres últimos, no podrá optar a un quinto trofeo porque ayer se cruzó en su camino una locomotora llamada Stanislas Wawrinka. El suizo de 28 años, que había perdido 15 de sus 17 duelos previos y que no ganaba al serbio desde el año 2006, protagonizó el mejor partido de su vida y, en cuatro horas justas, apeó a Nole en un choque al límite de los cinco sets y también de sus fuerzas: 2-6, 6-4, 6-2, 3-6 y 9-7.

La derrota de Djokovic, actual número 2 del mundo, tiene consecuencias colaterales, alguna de ellas muy interesantes para Rafael Nadal, que verá ampliada su ventaja al frente del ránking mundial al menos hasta los 3.000 puntos. Djokovic defendía el triunfo del año pasado y Nadal no jugó por estar todavía lesionado. Esta pasada madrugada jugó con el búlgaro Dimitrov.

Por el otro lado del cuadro, Wawrinka se encontrará en la primera semifinal, ya definida, con el checo Tomas Berdych, que no dio opciones a David Ferrer, el penúltimo español superviviente en Melbourne (6-1, 6-4, 2-6 y 6-4). Ferrer perderá el lunes su tercer puesto mundial en favor del argentino Juan Martín Del Potro, e incluso podría ceder el cuarto a Murray si el escocés llega a la final. La segunda gran sorpresa del día la protagonizó la canadiense de 19 años Eugénie Bouchard, que eliminó a la verdugo de Serena Williams, la serbia Ana Ivanovic, por 5-7, 7-5 y 6-2.